30 de Noviembre de 2010

Ayer por la noche vino a cenar mi hermano. Expliqué con total naturalidad los acontecimientos recientes, de la operación y demás historias. No fui consciente de lo que para mí es normal para los demás es sorprendente. Los ojos de la mujer de mi hermano brillaban, como dos soles.

Es una mujer grande, grandeza humana, sus ojos cuentan una historia de silencios y sufrimientos, que a su edad a muchos les sorprendería. Otra superviviente en toda regla, pero sus ojos estaban húmedos, aunque no lloró, pero delató la tristeza que encierra mi enfermedad. La amo. Realmente quise que se sintiera tranquila, porque esto pasará. Es una mujer que bajo sus silencios expresa la intensidad de sus emociones. En sus ojos avellana yace un mundo de memorias y caminos.

Sé que esto pasará y nos está transformando a todos, no sólo a mí.

Estoy comprendiendo que todavía existen personas que no comprenden la realidad profunda de vivir, preocupándose de cosas que me parecen realmente absurdas, pero del todo respetables.

El cáncer está poniendo a cada uno en su lugar, los afectos no han cambiado pero están llenos de realismo y perspectiva. Ahora mi vida es un trasiego de afectos nuevos, afectos que se consolidan y afectos que se despiden de mi vida ¡Cuánto movimiento!¡La salsa de la vida!

La naturalidad con la que hablo del cáncer, hace que todas mis conversaciones tengan un aire distinto, siento los temores de los demás, sus condicionamientos. Muchos piensan que en realidad lo llevo demasiado bien, que una no puede estar ni feliz ni sonriente. ¡Qué error!

Una vida que nos mide por la talla que gastamos, talla social, económica, quiere entallarme. Es difícil comprender que viajo tal cual soy, con mi alma desnuda. Eso a unos les jode y a otros les duele y a mí me gusta y voy a seguir haciéndolo.

Me he despertado habiendo tenido un sueño extraño. Soñé con los Inuit. Es la primera vez en mi vida.

Quizás el efecto de la enfermedad sea el efecto inuit, simplificar la vida al máximo, ser y sentir. Ayer una persona cercana midió mi amistad por 50 euros. ¿Qué son 50 euros? Hoy el tema se ha solucionado, pero he sido consciente de que en una humanidad que mide el grado de amistad por 50 euros es una humanidad realmente enferma y que yo, aunque físicamente esté enferma, soy una persona sana, para mí las personas tienen un valor más allá de lo material. Tienen el valor de la sinceridad y respeto, autenticidad y sobretodo valentía.

Lo que ayer me entristeció, hoy me alegró que sucediera, porque todas mis relaciones están en el espacio emocional y mental que corresponde, ni más ni menos.

Me riñen por ser una mujer intensa, pero no sé sentir de otra manera, la intensidad con la que recuerdo vi la película Flamenco de Saura, lágrimas y lágrimas vertidas escuchando y viendo tanto arte, mi jefe al que siempre he querido mucho y sigo queriendo, me dijo – joder Mª Carmen- no puedo evitar reírme y pensar que sigo siendo muy intensa.

Hoy mi hija ha querido compartir sus sentimientos, por un lado confía y por otro, tiene miedo. Le he explicado que sencillamente esta enfermedad es invisible, no es una pierna rota que ha de arreglarse, pero sabe que mi diagnóstico es muy bueno, ahora tengo que recuperarme de la operación y el viernes visita con el oncólogo. Se ha quedado más tranquila, se lo he repetido, me curo y ya me estoy curando. Sencillamente el tiempo hará de esto una gran aventura vital, que nos está despertando a todos a la vida. Lloramos juntas porque la realidad que nos está tocando vivir es inesperada.

Ayer por la noche y hoy han sido unos días de expresarnos sentimientos profundos, es lo que tiene el cáncer, nos está actualizando los sentimientos.

En el entorno familiar, amar a los hijos, a los padres, a los hermanos, a los amigos, se da por supuesto, hasta que realmente eres consciente de que no expresamos los afectos, realmente es necesario y lo hago, quiero hacerlo. No hay día en que no le haya dicho a mi familia y amigos lo mucho que los amo y lo mucho que les agradezco acompañarme en este viaje.

A veces pienso en lo empalagoso, pero no lo es, sencillamente sentirse y expresarse tal cual. Tanto puedo decir “te amo” como “vete a la mierda”.

La intensidad mide el protagonismo que tengo en mi propia vida, las palabras nunca pueden dejar de ser palabras construyendo una realidad, las palabras manifiestan nuestro sentir más profundo, por ello las propias palabras pueden traicionarnos o pueden ennoblecernos, es cuestión de coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.

Huele a jazmín, mirra y amor.

La gata de mi hermana sigue compartiendo los silencios.

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