6 de Noviembre de 2010



La niebla desvaneciendo el horizonte ¿mi horizonte? Los destinos tan determinados no existen, lo único que determina es el ahora y sus sensaciones. El ahora es una síntesis de tiempos que un día estuvieron colmados de experiencias reunidas en uno mismo.

La playa estaba desierta, los peques han jugado animadamente. Como una niña he jugado con la arena, lo cierto que, por unos instantes,  era la misma arena la que jugaba conmigo desentumeciendo mis manos.

Las olas jugaban en la orilla arropadas por la niebla que poco a poco se ha desvanecido para dar paso al sol. Parecía una estampa, tranquila e idílica, un hombre de rasgos asiáticos, como no, con cámara en mano iba haciendo fotografías. Un escena casi cinematográfica, pero como todo en esta vida tiene su sarcasmo, dos matrimonios, quizás por miedo a que la soledad de la misma playa los devorara, se han sentado encima nuestro, literalmente, sus hijos se han sentado entre mis piernas. No me lo podía creer. Me ha dado por reír a carcajadas. 

Los peques se han incomodado, así como quien no dice la cosa, nos hemos ido al baño. Por unos momentos aquello parecía un día de verano, con la playa petada de guirilandia, pero en este caso, guirilandia castiza, pura raza española.

Lo más curioso ha sido mi reacción, en otro momento los hubiera enviado a la mierda, esta vez, sencillamente he recogido velas y a otra cosa.

Los acontecimientos son incomprensibles. 

Ayer bailé y hoy tengo agujetas hasta en el carnet. Hoy vuelvo a repetir, en mí se ha despertado un nervio que necesito quemar, a ver si puedo hacer algo de deporte.

Necesito encontrar más silencios en donde pintar y escribir. Sentir que la vida me acaricia nuevamente de otra manera.

Anhelo estar ya instalada en el piso. Veo la preocupación de los que me rodean y sé que es mi ánimo el que les hace sentir que todo va ir bien.

Curioso es recibir los afectos, son afectos reales de realidades y sentires compartidos, aunque aún es ahora que se me pida tiempo para recapacitar. ¿Tiempo? Es tan subjetivo, no quiero esperar ni dar un tiempo innecesario para reafirmar más mentiras.

He estado en una situación que ha sido una gran mentira ¿qué puedo esperar ahora? Sencillamente más de lo mismo, esa es la única verdad. Realmente lo distinto está ahora en mí. Bien, he empezado a perdonarme. Las culpabilidades son más mierdas innecesarias.

Emocionalmente ha sido un día totalmente tranquilo, la verdad es aceptar, por mucho que me joda que de donde no hay, no hay y punto.

En la playa he sentido que realmente he roto con una parte de mi pasado, liberarme de él, perdonar, experimentando cómo eso está transformando algo que no acierto saber, ¡qué más da¡ me hace sentir bien.

Mi mente sigue tan inquieta como siempre y mi corazón sigue ardiendo con la pasión que hacía mucho que no sentía.

Sé que las palabras me hacen más cierta y real, porque en ellas están mis pasiones renacidas de una niña que le encantaba subir a los tiovivos. Todavía recuerdo la feria de Pueblo Nuevo, se nos ponían los ojos como platos, las luces, colores, ruidos. Era un martirio para mis padres sacarnos de allí. Esto me recuerda un poema de Jesús Lizano:

Caballitos

Que instalen caballitos
en todas las calles,
que llenen de caballitos las ciudades.
Siglos
llevamos con el invento de feria en feria
sin descubrir su humanísima aventura.
Que celebren los novios
su viaje en los caballitos,
de caballito en caballito.
Que cada familia tenga sus caballitos,
¡todos en los caballitos!
Que los amigos
hablen y sueñen y discutan
dando vueltas en los caballitos.
En ellos celebren sus consejos los ministros,
mientras queden ministros,
y en ellos se reúnan los señores obispos,
naturalmente, revestidos
de señores obispos,
mientras queden obispos.
Los pobres subirán para reírse del mundo
y los ricos
¡que suban los ricos a los caballitos
mientras todos los aplaudimos!
¡Y los señoritos!
¡Que suban los señoritos!
Y que acudan todos los solitarios, todos los vagabundos.
Y el congreso de los diputados
será el congreso de los caballitos.
Y los empresarios ¡qué risa, los empresarios!
Que suban los empresarios con los asalariados,
mientras existan salarios.
¡Los salarios del miedo!
Y, venga: comités centrales,
mafias, sectas, castas, clanes, etnias:
¡a los caballitos!
Y los músicos con los guardabosques
y el alcalde y los concejales
con las verduleras y los panaderos.
¡Viva! ¡Viva!,
gritarán los niños cuando vean
que suben los Honorables.
¡Venga, Honorables!:
¡A los caballitos!
Vamos a la ciudad a subir a los caballitos,
dirán los monjes a sus abades.
Y los académicos:
que se reúnan los académicos en los caballitos
y que se cierren todas las academias.
¡Ah, si todos los filósofos hubieran subido a los caballitos!
Que instalen caballitos en las cárceles,
en los cuarteles,
en los hospitales,
en los frenopáticos
y que se fuguen todos
montados en los caballitos.
Y todos los jueces a los caballitos,
¡venga! ¡venga!: ¡A los caballitos!
¿Y nada de procesos y de sentencias!
¡Ya vale de juzgar los efectos y no las causas!
¡A los caballitos!
Y que todos los funerales
se celebren montados en los caballitos
al paso silencioso y tranquilo de los caballitos.
Es la nueva ordenanza,
es el nuevo precepto:
¡todos a los caballitos!
¡La cabalgata de los caballitos!
¡Hacia la confederación de todos los caballitos!
Hasta que todos fuéramos niños...

Es la conquista de la inocencia, de mi inocencia perdida. Me cabrea el menosprecio de lo cotidiano, cuando la realidad es hacer de lo cotidiano un verdadero placer, porque en los pequeños gestos están los verdaderos milagros y la grandeza de uno mismo.

Volver a leer a Lizano me emociona, porque mi niña palpita y quiere tener su espacio. Cuando mi espíritu anda libre, lleva dos coletas y está subido a los caballitos.

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