13 de Enero de 2011

La luz iba danzando sobre la claraboya, dándome la oportunidad de ir despertando a medida que se iba apropiando de la buhardilla.

Mis ojos lloran sin querer, mi córnea necesita hidratarse y qué mejor que mis propias lágrimas y un poco de lágrima artificial para aliviar la irritación.

Hoy con el desayuno la comida ya no ha sido una aventura, un par de rebanadas de pan tostado, con mantequilla y miel, un manjar.

Hoy los niños han estado revoltosos, el cansancio me ha obligado a quedarme en cada, pero el sol dulcificaba la casa, entraba con fuerza por la ventana, reivindicando su espacio. La luz se derramaba hasta la cocina y el calor me fortalecía.

Ha sido un día de sentires compartidos.

Existe una luz que ya ha llegado a su destino, pronto verá realidad su feliz encuentro.

Vuelve la magia y también las inquietudes que viajan esporádicamente a mi mente. Hace días que no puedo salir de casa y ya tengo ganas de sentir otro suelo bajo mis pies.

El invierno es generoso, vigoriza el espíritu. Me permite interiorizar todo lo que está sucediendo.

En el vaivén de pensamientos, mis manos recuerdan el tacto, la caricia del barro, modelando mi alma, su olor, la textura, nunca sentí frio en mis manos, el barro me entregaba el calor de la tierra mojada. Entre las caricias, ambos nos fundíamos en un todo difícil de explicar. Pronto volveremos a encontrarnos.

Escuchando hoy a Luz Casal, he de agradecerle su sentir, tener cáncer se ha de desdramatizar, sencillamente es una enfermedad, ahora curable, aunque su tratamiento sea agresivo. Es importante tenerlo en cuenta.

Hoy imaginaba cómo mis pies se deslizaban en la orilla de la playa, y paso a paso se zambullían en las olas que mecían la arena. El mar irreverente mece mi tristeza hasta hacerla desaparecer y despierta mi libertad, que dormita en mis entrañas dispuesta a volar. Ya no importa dónde ni cómo, sencillamente batir las alas.

Mi espíritu busca su nombre, el nombre de todas las vidas.

El tiempo es una partitura vacía en donde deslizarme y danzar la sinfonía de la vida, vivir escondiéndonos de nosotros mismos es pasar las hojas del tiempo en blanco, ahora la vida me permite ir escribiendo la vida de todas las vidas en las hojas del tiempo.

Mis pies son los acordes acompasados de una vida que el cáncer está transformando.

Sigue doliéndome el brazo, esperemos que aguante las dos sesiones de quimio pendientes.

La vida me recita una luz, una nueva luz llena de destinos inciertos pero muy propios, caminos hacia mi alma.

La gata muy gata ha decidido jugar con un ovillo de lana verde.

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