3 de enero de 2011

Han pasado días sin enfrentarme a un papel en blanco, el cansancio ha hecho mella en mí de manera total.

Estos días han sido un gran reto para gestionar las navidades, llenas de emociones, de afectos conocidos y nuevos.

Entre los afectos estoy yo misma, pensando siempre en los afectos de la familia y amigos, pero ¿y mi autoestima? Muy tocada la verdad, al final el pelo de mi cabeza me ha ido abandonando, no del todo pero he tenido que raparme el pelo.

Estos días han servido para estar en silencio y conectar con una parte de mi misma, abandonada hacía tiempo.

Nuevas conexiones, esto sigue siendo un ir y venir de relaciones, un trasiego de afectos, unos se consolidan, otros se presentan y otros se van.

La vida se está expresando con toda contundencia.

El tumor que tan bien palpaba bajo mi piel, ahora apenas lo noto, la putada es que mañana tengo mi segunda sesión de quimio y pasado un marcaje de la zona tumoral. Yo creo que no tiene sentido hacer un marcaje solapado con una sesión de quimio. Ya veré qué se cuenta el médico oncólogo.

Estos días intensos en los que más que regalos nos hemos regalado a nosotros mismos, con afecto y amor. Todavía estoy asombrada de la capacidad que tenemos de darnos y lo fácil que es en realidad.

La vida sigue palpitando fulgurantemente en mis venas. Ayer una llamada importante, creo que pronto voy a poder desarrollar un proyecto pendiente, tengo ganas. La gente que me lo propuso en su día es genial y realmente siguen apostando por mí.

Soy consciente de que todavía seguía en mis viejos patrones, temiendo a dar ese salto cuántico hacia lo que es mi camino.

Hacer buscando reconocimiento es un error, temer a hacer es una temeridad porque morimos viviendo, hacer sintiendo es permitir que el flujo de la vida nos impulse hacia nuestro propio destino.

Somos respuestas, igual que la placenta así es la sabiduría, nacemos con ella pero ha de despertar, siempre está latente. La vida en su máxima expresión nos empuja a despertar la esencia que somos sin más, realmente es de valientes despojarnos de todo lo que nos condiciona, porque en ello residen las excusas a seguir avanzando, a seguir expresando nuestra propia autenticidad.

Una orquídea trabaja duro para conseguir su máxima expresión, lo hace sin más. Nunca va a condicionarse por su propia naturaleza, nunca frenará su expresión ante la vida, sencillamente fluye y es su influjo lo que nos seduce, al igual que cualquier planta, ejercen su máxima expresión. No importan las estaciones y lo efímero de su existencia, sencillamente se entregan a su total expresión.

Hasta ahora no he sido consciente de que no me he entregado a mi máxima expresión y esto es realmente importante, porque ardo en deseos de ser todavía más partícipe del flujo de la vida, ser consciente.

Cada paso nos incita a valorar lo que somos y en dónde estamos viviendo, porque muchas veces la vida que vivimos es la mayúscula expresión de la incoherencia. Quiero vivir la vida con la intensidad que ésta se merece, porque desperdiciar tanta belleza es absurdo. Desperdiciarme a mí misma es renunciar a vivir.

La gata muy gata ha tratado de escaparse de casa un par de veces. Nos mira con aire gatuno desafiante, no me extraña, quiere explorar lo que existe detrás de la puerta. Su inteligencia gatuna es conmovedora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario