4 de Enero de 2011

Hoy sesión de quimio y por primera vez he sentido su contundencia. La vía que en principio me han puesto, resultó ser una vena pequeña y ardía cada vez que penetraba el líquido, quemando hasta hacerme casi llorar. Reacción rápida, paran el goteo y han cambiado la vía, resultó mejor, pero ahora todavía sigo sintiendo la quemazón.

Feliz reencuentro con mis compañeras de quimio, cada una de ellas un ser grande y excepcional. Conversación amena y divertida, siempre desdramatizando lo que nos pasa.

También feliz reencuentro con todo el equipo de voluntarios de una calidad humana incuestionable. Con A. hablamos de esa transformación y de lo que nos cambia la percepción de la vida. Esta enfermedad nos enfrenta a lo poco que estamos en el flujo de la vida.

Mi compañera de habitación, una mujer mayor, encantadora, compartía que en su caso le costaba expresarse, la conversación ha sido interesante.

Estamos tan acostumbrados en fijarnos en todo lo defectuoso, que lo sentimos con total naturalidad. Expresarnos no desde la percepción de los cinco sentidos, sino desde lo que acontece en nuestra alma, es ya una cuestión de supervivencia. Un sentimiento poderoso que puede ver más allá de lo aparente, es desde ese sentir en dónde uno comprende la naturaleza humana que le rodea y es capaz, a pesar de los defectos que todos tenemos, ver y sentir la belleza.

Uno esconde la cabeza y ha de preguntarse ¿cuándo fue la última vez que fue honesto consigo mismo y expresó con valentía aquello que sentía? Reconocer lo que uno es y le rodea es saber que la vida son ciclos y que los afectos van, se consolidan y si han de marcharse, se van. Aceptar esto es difícil, pero tener cáncer me lo pone fácil, porque me empuja a vivir la vida con sentido pleno y no con sentido tibio que es lo que mayormente hacemos.

La grandeza de los que estábamos en la sala del hospital es que la quimio sigue siendo una sorpresa en sus efectos secundarios, al igual que los afectos, siempre son distintos y no permiten más que estar en el aquí y ahora como si no existiera lo vivido, ni futuro claro que evidentemente está gestándose en el mismo presente.

El tumor ha variado de tamaño, es más pequeño y no lo digo yo, sino mi médico oncólogo que al decirle que lo notaba diferente, de inmediato me ha pedido me recostara en la camilla, me lo ha palpado. Para mi sorpresa su reacción ha sido muy buena. Lo que no entiendo es que si en esta segunda sesión de quimio desaparece el tumor, por cojones me darán dos sesiones más porque su protocolo médico así lo establece. Sigo alucinando cómo nos encorsetan en un estándar y cuánta individualidad hemos perdido, como si todos los cuerpos y mentes gestionaran la enfermedad de la misma manera.

Me quedan tres semanas por delante, antes de verlo de nuevo y volver al ataque, porque el marcaje y el TAC nuevo estarán hechos. La mierda sino es necesaria ¿por qué ponerla? Pero esto es un reflejo de cómo funcionamos a veces por la vida, yo lo he hecho, sencillamente nos acostumbramos a lo que vivimos aunque sea una auténtica mierda, nos dejamos atrapar por millones de dificultades, porque en el fondo las excusas que tenemos para acabar con algo que ya no puede seguir. Hay momentos en la vida muy exigentes o se cambia o se acepta totalmente la forma de vivir, aunque ello nos condene a enfermar.

Es cierto que cada uno decide qué dirección tomar. En cada paso una huella, de alegría, de sufrimiento, esencia en estado puro, porque los pies se visten de calcetines confeccionados con los sentimientos que vibran en nosotros y que el mismo camino refleja. Pero hay huellas demasiado profundas que la cobardía nos incita a meter la cabeza bajo un agujero, por el miedo a sentir lo más intenso y profundo de nosotros mismos.

Calzo mis botas con los calcetines llenos de la expresión que reflejan mis pies, son huellas que marcan lo vivido y expresado. La conciencia de sentir cada huella es un reflejo que palpita lo vivido y en mis calcetines lo que está viviendo mi piel. Sé que puedo caminar con los pies desnudos.

Solía andar sin sentido alguno, necesitando, ahora ando sintiendo que la vida ya me lo entrega todo. Valentía.

Me sienta bien el pañuelo rojo, como me ha dicho una amiga mía estoy muy hindú, quizás sí o quizás no.

La gata se duerme encima de la secadora, cuestión de calor e intensidad. Pienso en las orquídeas.

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