3 de Febrero de 2011

Sensaciones estimulantes han sincopado estos días. Amigas viniendo a nuestra casa, compartiendo la intensidad no sólo de mis momentos sino también de sus momentos.

Es gratificante que te miren con ojos transparentes y reconozcan que, a pesar de todo, sigues siendo alguien con quien contar y compartir.

Puedo conducir, aunque después me siento en exceso cansada. Esta vez me he recuperado mejor de la última sesión de quimio, es un tiempo en el que crecer y creer en lo que siento y vivo.

Me alivia cocinar, pero a veces me entristecen los sabores mezclados con la química de mi cuerpo, así que cierro los ojos y recuerdo el sabor a través de mis recuerdos. En silencio, vuelven los sabores y olores, aquella memoria que sigue perdurando porque está construida con la esencia misma de la vida. De esta manera la comida está siendo una aliada.

La respiración está restaurando algo en mi interior.

Mi parte más sensible está saliendo a la luz y tal como le expresé al psicólogo, la negué. Sólo puedo ser si todas aquellas partes desmembradas acaban uniéndose. En nosotros existen muchas partes que la vida ha disuelto en la memoria. Aquella memoria que está debajo de la alfombra. Levantar la alfombra alivia, conmueve y emociona.

Hablando con J. he sido consciente de que si antes ya era sensible ahora lo soy más ¿Qué parte es más real? Siento que ésta, porque la enfermedad no puede excusarme de ausencias o de intensidades, la enfermedad me está reconciliando con el reencuentro y la intensidad que soy.

A una sesión de quimio vista y con la operación más cerca, lo que soy es más auténtico, eso no quiere decir ni mejor ni peor, pero sí trae más paz a mí alma.

Ayer por fin pude darle un abrazo a S. está guapísima, es una mujer valiente. Compartió su experiencia en Dubai y lo que la había transformado, si S. ya era grande ha crecido en estatura humana. MP. nos preparó un té hecho de cardamomo, canela, clavo, te sin teína y un poco de leche, la verdad delicioso. Las tres sentadas ante la chimenea, el té y el amor que la amistad bien cimentada otorga. La palabras eran dulces notas cargadas de emociones y sentires compartidos.

Quizás en mis recuerdos sólo haya la conciliación de todos los errores de mi vida, asumirlos como lecciones aprendidas, ahí está la clave, asumir que todo lo vivido ha quedado en esencia conciliadora.

Los años que en el pasado ardían ahora simplemente esculpen mis andares y aquella niña que se calzaba en mis viejos zapatos, simplemente anda descalza enamorando al mismo polvo del camino. Son los pasos los que esculpen el camino y el camino esculpe mi sonrisa.

La gata muy gata juguetea con mis zapatillas.

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