2 de Marzo de 2011

Silencio.

La claraboya va deleitándome con la magia de las luces.

Hemos terminado ya con las cajas, que siempre dan ese aire de eventualidad, ahora ya estamos instaladas. La luz de la ventana del comedor riega abundantemente de luz y la magia se ha apoderado de toda la casa.

Están abriéndose nuevos horizontes, ser paciente me cuesta, es un trabajo necesario sin lugar a dudas.

La libertad un bien que abandoné, ahora la recupero poco a poco, paso a paso reconecta algo importante, ese algo yace en las profundidades de mi ser, es un ser que formaba parte de mí, libre e intrépido, con ganas de expandirse. Mi esencia.

Soy consciente de que he basado mis relaciones personales a golpe de renunciar de mí misma, ¿miedo? Sí, además es un patrón que modela a la mujer, la renuncia. Ahora soy consciente que los pasos están hechos de mis tiempos algo singulares, pero son mis tiempos.

Cada día está lleno de magia, luces y amor. Existe una fuerza que nos impulsa y es el latido, el estallido de la vida, que cada día goza de mayor intensidad, leer me reconecta con la grandeza de las palabras y con una realidad que, a veces, cruza el portal de la imaginación para ser pura realidad.

Somos lo que pensamos y la realidad es un pensamiento interpretado. He compartido una historia en la que, parece ser, hemos vivido en realidades distintas ¿dónde está la verdad? Quizás si fuéramos responsables de lo que vivimos nos daríamos cuenta que la verdad está en nosotros mismos, en un viaje hacia nuestro destino, la conquista de uno mismo.

La realidad es una adaptación novelada de lo que no queremos hacernos responsables. La historia así no existe, porque es una realidad adaptada a los pensamientos de cada uno.

La resonancia magnética ha ido bien. Sólo toca esperar los resultados. No quiero pensar en más quimio, sé que ahora ya toca operar, ya veremos qué sucede. Sé que tampoco puedo crearme expectativas, sea lo que sea actuaré en consecuencia.

El sábado pasado la reunión de amigas fue estupendamente bien, reímos hasta tener agujetas en la mandíbula. S. se quedó a dormir en casa, es un amor, hablar con ella es tener nuevas perspectivas. Nos ayudó con el “feng shui” de la casa, fue bien porque sentí que no sólo ordenamos la casa sino también, aquellas partes de nuestra alma que estaban todavía por colocar.

Una casa acaba siendo un reflejo de lo que somos y las necesidades son las carencias de nuestra alma.

Cerrar asuntos que tenía pendientes hace que me libere y se abran nuevos espacios para todo lo que ya está llegando.

Los pasos me dirigen hacia una muerte simbólica, siempre morimos para volver a nacer nuevamente, una etapa nueva, un ciclo vital nuevo. Las experiencias vividas, sanadas y liberadas alimentan la sabiduría que todos tenemos y que el tiempo, edad y ciclos siguen construyendo y renovando.

Los apegos están llenos de nostalgias por unos tiempos pasados. Permanecemos en las nostalgias porque tememos sentir que nuestra vida está transformándose y quizás es momento de actuar, cambiar y soltar.

Físicamente cada vez me encuentro mejor, sigo con mis complementos alimenticios. Cada día mi cuerpo está pidiéndome volver a montar mi bicicleta, espero poderlo hacer pronto.

Me siento llena de vitalidad y de energías renovadas.

He vaciado la mesa que está justo debajo de la claraboya. Escribo sintiendo la luz que cae a borbotones sobre mi cabeza, justo delante, una madera tallada con el Buda de las mil caras, a lado izquierdo una maceta con un Kalamchoe y a la derecha una pieza de barro modelada por mí con una vela encendida y yo presidiendo algo simple, mi vida.

Espíritu y vida latiendo desinteresadamente, dando los mejores frutos y regalos. Recibir y dar, inspirar y exhalar, así danza la vida y yo con ella. ¿Cómo negarse a danzar entre tanta belleza?

Huele a incienso. La gata muy gata se come una hoja de kalamchoe, me mira con ojos gatunos y sigue comiendo su ensalada.

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