29 de Enero de 2011

Días de cansancio, de llorar lo que la lluvia comparte. Ha sido difícil lidiar emparejados dolor y cansancio, no existe protagonista, ambos se igualan en intensidad.

Acaricio y me emociona mi cuerpo, denostado, tan vivo, ahora necesita descanso. Mi mente tan audaz, dormita. Las horas y los días han ido languideciendo, en mi ánimo espero que la intensidad de la enfermedad de paso al pálpito de la vida.

Parece que hoy, a pesar de la tormenta que grita a través de mi claraboya, se levanta un arco iris ¿quién no puede sonreír ante un delicioso pastel de calabacín? Mi amada hermana cocinando lo imposible, para que la comida no sea un puñal que se clava en mi cuerpo. La comida llevaba una nota, me recordaba que yo siempre soy una princesa y yo, claro está, he llorado lo que la tormenta ha temido derramar.

Estos días todo ha sido sufrible, pero sólo eso, sufrible. Las lágrimas delatan las temeridades que han escapado forajidas, hoy mi ánimo por fin tiene algo de calma.

Sé que todo pasa, pero viviendo en medio de este huracán el tiempo pasa lento, maldigo a Einstein por su verdad, que a veces puede llegar a consumir el ánimo.

Hasta ahora mi cuerpo estaba cansado, pero no mi mente. Estos días mi mente ha estado exhausta. Las defensas de mi cuerpo se han ido a tomar por saco, la solución han sido una medicina que yo misma tenía que inyectarme. Medicina que provoca más dolor y cansancio, casi nada.

Vuelve a medirme la enfermedad, jamás hubiera pensado que yo me pudiera inyectar cualquier cosa, lo he hecho, sin más, sin inmutarme.

La valentía está en seguir, ser paciente, sincoparse con los latidos de la vida. Es la vida que me pareció lejana la que regresa con contundencia.

Mis botas llevan los espolones que azuzan el polvo que mis pies levantan. El invierno que letarga los pasos, los ralentiza, es momento de interiorizar la vida. La vida palpita.

Estos días recuerdo más que nunca a una amiga mía, siempre me decía que esto es un camino lleno de expresión y recogimiento y así es.

Me levantan mis hijos, mi hermana, mis padres, mis amigos, están siendo cruciales todos los afectos.

Días difíciles en los que por momentos me he derrumbado, pero recuerdo a Elías. Me derrumbo para volverme a construir, más fuerte, más yo. El pilar de la vida, construirse sobre uno mismo.

Es el mismo cansancio y la sensación de que mi cuerpo parece llegar al límite, lo que hace que esté más cercana al abismo. Abismo que parece no formar parte de uno, pero existe y es real, parece la noche oscura del alma. La transformación es más cierta de lo que en realidad pienso, porque está en mis carnes.

Las palabras encuentran su espacio propio, bullen en mi mente buscando, no sé qué. La enfermedad me enseña a ser mejor que mí misma.

Sigo recordando el sabor del delicioso pastel de calabacín, hecho con la hermosura que sólo puede tener mi hermana, mi hermosa luminaria.

La gata muy gata duerme conmigo, es su aire gatuno solidario que sólo puedo comprender con su mirada, los ojos de una gata muy gata.

25 de enero de 2011

Hoy día de quimio. Noche luminosa y amanecer grato.

Me mido con los miedos, los conozco, ya hemos tomado muchas cañitas juntos, están muy definidos, tanto que ya no son miedos, son una parte más. Sigo paso a paso ya nada es capaz de parar lo que es pura transformación.

Mi cuerpo ha agradecido estrenar una vena nueva por donde alimentar de química mi cuerpo, el tumor sigue inexorablemente su camino hacia extinción. Nuevas pruebas van a determinar más quimio u operar.

Cada sesión de quimio es una sorpresa, es magia pura. Mis compañeras y compañeros, son valientes, llenos de ganas de cambiar sus tristezas por alegrías, llenos de ganas de compartir la experiencia que nos está tocando vivir.

Mi hermana, grande y alegre, al pie del cañón, recordándome de la pasta que estamos hechas, la mejor materia prima. Su capacidad de dar, de entregarse es tan grande que no alcanza límite alguno. A mí me llena y lloro porque mi corazón no puede albergar tanto, es un regalo a mi vida, es mi princesa y mi luminaria. Pasea conmigo, junto a su hijo, abrazando la vida, sólo le pido a la vida que sea generosa y le entregue lo mejor. Somos mujeres que aprendemos a correr con los lobos, la luna abriga nuestra esencia más profunda.

El viento sigue susurrando palabras hechas de nubes, lluvia, sol y luna, amor en estado puro, de sentires que palpitan en nuestros corazones, llenos de ganas de brincar hacia los destinos inciertos que trae consigo el propio presente.

Miro alrededor miro y todo florece, todo se mece en sincronía a veces triste otras alegre, el invierno parece cobijarnos para interiorizar lo que somos y lo poco que reconocemos.

El invierno no puede excusarnos, es una tregua. La primavera grita la vida que no vivimos y hemos de vivirla, porque forma parte de nosotros mismos. Una vida anhelada es una vida mortecina. Somos primavera.

Mi mano ha resistido. Tengo dolor de cabeza. He podido comer algo.

He abrazado a mi madre y he llorado en su hombro, tan acogedor. Es el hombro de mi niñez, sobre el cual dormía y me sentía valiente, libre y confiada. El hombro que siempre nos ha cobijado en los momentos difíciles y ahora a pesar de sus años, sigue ahí, tan entregada. La abrazo, nos miramos, en sus ojos pardos está depositada su alma, el alma de todos los tiempos. Almas compartidas.

Un abrazo de tres mujeres, madres, hijas, lluvia, sol y luna, sintetizando sin palabras el sentir de los tiempos que hemos compartido y compartimos, presente para ser vivido.

Viviendo presente, el gran realmador de nuestras almas.

Mi hija y yo nos abrazamos dándonos aquello que las palabras mismas no pueden mentar, esencia en estado puro.

Tomo mi infusión que parece que calma mi rabioso estómago.

La gata muy gata sólo tiene ganas de jugar. Me mira como sólo mi gata muy gata sabe hacerlo, agitando sus bigotes, ronroneando entre mis piernas. No la comprendo, pero ella me observa delatando mi condición humana, esa condición que no comprende lo que sólo saben comprender los gatos.

24 de Enero de 2011

Estos días son intensos, quizás la luna ilumina en exceso las noches gobernadas por mi claraboya.

En el fondo sé que no es la claraboya sino mi universo emocional, a veces tan contundente, esto está siendo un proceso de interiorización y liberación.

Un nuevo mundo se abre ante mí, hace poco me quejaba de que mi vida se suspendía en lo incierto, pero un golpe sorpresa está conduciéndome a nuevos horizontes.

Los afectos se manifiestan, me cuesta aceptar los regalos que la vida a través de las personas que me rodean dan. Es cierto, he de aceptar el momento de fragilidad que vivo. Me lleno de fuerza y valentía.

La vida es cómplice y da pasos de gigante, estremeciéndome, recordándome que todo se sincroniza en un lenguaje. Sólo hay que montar sobre las palabras de la vida y guiarnos por la fuerza de lo que sentimos.

Los acontecimientos recientes han hecho que cambie, o más bien me transforme, porque una vez despiertas al latido de la vida, esto te transforma más que cambia. La transformación me hace distinta, con la certeza de que he cruzado un nuevo puente.

He reconectado con personas que compartieron una pasado muy fugaz, pero profundo, ahora la vida nos abre las puertas de sus murmullos secretos, de un movimiento nuevo.

Más allá de todo el cáncer lo está transformando todo, abriendo mi mente y corazón a nuevas luces y a cambiar las viejas luces por bombillas nuevas. Mi paradigma es distinto.

Soy consciente de que en estos días he muerto, una parte de mi ha muerto para renacer una nueva que ya existía, sólo que dormía, más real incluso que los últimos diez años de mi vida. La vida me está "realmando".

Culpabilizarme de ausentarme tanto de mí misma es un error, pero reconocerlo es hacerme responsable y así poder reconectar con mi esencia, lo más absoluto de mí misma.

Andar entre olvidos es defraudar a la propia vida que no entiende de olvidos arbitrarios.

En estos días intensos he podido resolver muchos asuntos pendientes, pero también se han generado nuevas oportunidades, lo importante es aquietar la mente, estar en el aquí y ahora. Lo que tenga que ser ya es, el “será” es una invención poco cierta de la realidad.

Ayer paseando por la playa con E. me sentí más libre que nunca, Lloret de Mar en invierno es cautivadora, los pequeños rincones se convierten en paisajes milagrosos para el alma. Arena gruesa y mar en calma, olas acariciando las rocas, en un todo, un manto de gaviotas degustando lo que parecía un banco de peces, el sol susurrando a las nubes canciones y la brisa acariciando el cielo, la tierra y el mar, nosotras en medio, tratando de entender un lenguaje lleno de erotismo y sensualidad, que sólo podía sentirse con el latido de nuestras almas.

Celebramos la amistad en una mesa llena de comida, pero lo más importante, de abundancia que sólo los amigos y familiares son capaces de compartir, amor y más amor. Lloré por estos regalos que tanto alimentan mi alma.

Uno puede pensar que no tiene nada, pero en un mundo de necedad material, olvidamos el potencial del factor humano, entregar lo que uno es.

Todavía no he tirado mis viejas botas de montaña, me apego a ellas, pero el pasado ya ha sido pisado, ahora unas suelas nuevas y un nuevo tiempo. Tirarlas me ayudará a desligarme todavía más de un tiempo inexistente, lo que realmente ha sido ya está en mí, no sé si en historia o en memoria, pero ya no hace daño ni causa nostalgia.

La gata muy gata pasa frío, prefiere dormir debajo de las mantas.

19 de Enero de 2011

Esta noche la claraboya ha permanecido despierta, la luna nos acariciaba. Las cuatro de la madrugada, madrugada lunar.

La vida es un reflejo de lo que somos.

Empiezo a tener un nervio en la boca del estómago, pocos son los días que faltan para la próxima quimio. No quiero pensar.

Sé que mi vida está cambiando más de lo que me imagino. Ansío pasear por la playa.

El mar tan propio, nos deleita con una sinfonía reflejo de su poder, meciendo las emociones tan vivas a su antojo.

Teóricamente hoy iba a ser un día sin sorpresas, pero éstas llegan avivando la llama de la vida. Desconcertante. Quizás debiera ser lluvia, debiera ser polvo, quizás debiera ser hoguera o quizás debiera ser brisa, total expresión de la vida. Más desconcertante.

Escucho y las palabras recorren mis sentidos, a veces me hablan con palabras ausentes, siguen olvidando que todo palpita, aunque sean palabras equivocadas y ausentes.

Las inercias son peligrosas porque conducen a engaños. Cuando la vida es un engaño y así la vivimos, termina por pasarnos factura. Morimos de la peor manera, ocupando un asiento, observando, esperando vivir en algún momento.

Mostrarse uno tal cual, es un gesto lleno de valentía, ser en esencia, totalmente libres una necesidad. Vivo en un mundo con hambre de humanidad creativa.

Mi mente se agota fácilmente, pero son mis pasos marcados en los surcos de mi piel, tatuando lo vivido, en un pasado de eterno presente. Memoria tatuada.

Espero dormir mejor esta noche y que los fantasmas de la quimio, sean simples seductores de miedos que mi valentía ahuyente. Los invitaré a tomar una cerveza si decidieran quedarse, al menos juntos reiremos.

Los destinos se cruzan.

Huele a incienso de canela.

La gata muy gata duerme con mi hermana.