Ya no hay claraboya, ahora la luz de la luna se filtra
por mi ventana. El horizonte lo corta el Montseny, todo púrpura a estas horas
de la noche, yo lo contemplo estupefacta, esperando sin que suceda nada y
sucediéndose todo.
El 28 de junio me operaron de un engrosamiento de la
matriz. La biopsia fue tajante, dentro del tejido extraído un puñado de células
anormales.
Mi gato muy gato se pasea plácidamente por la mesa,
oliendo. Creo que huele a la montaña o ¿es la montaña que lo huele a él?
Ahora dos meses de tratamiento con progesterona, más
pruebas, operación y a esperar una biopsia nueva.
El camino termina y empieza por uno mismo. En las
sombras hay luz y en la luz hay sombras. Luz y sombra me pertenecen.
Sigue latiendo la vida salvajemente por mis venas.
Este es un viaje hacia mis abismos. La incertidumbre se vuelve costumbre y con
ella mueren todos los condicionamientos. A cada paso el ahora es más intenso y
profundo.
Insisten en matar moscas a cañonazos, así que a estas
alturas de mi periplo personal he optado por dar paso a mi médico homeopático,
no tenemos problemas en trabajar tanto con medicina homeopática y alopática a
la vez.
Mi cuerpo quiere darse un respiro, pero la vida sigue su ritmo.
Con cada operación me recupero más lentamente.
Es momento de agitar las alas y volar, sin más objetivo
que yo misma. Sentir al viento enamorado de mi cuerpo, sentir a la tierra
enamorada de mis pasos, sentir al mar besando mi alma y sentir el fuego abrazado
a mis venas.
En el todo no hay nada y en la nada está todo.
Me estremece la idea de vivir en un ahora falso, un
ahora plagado de pasado, un ahora espejismo de lo vivido o un ahora expectante,
esperando a un futuro, una eterna página en blanco esperando a ser tatuada.
El presente no nos compadece, nos debe estremecer y
mostrar que la vida sólo puede tatuarse en el alma con el fuego de la
intensidad. La vida no entiende de distancias emocionales, elimina las fronteras y nos enfrenta a lo que
somos.
Lo cierto que para vivir uno no necesita de
certificados médicos, la enfermedad es un diagnóstico vida, nos mide en qué
grado estamos involucrados, la salud significa a veces vivir con los sentidos
moribundos, con los sentidos anestesiados. La enfermedad es un golpe que nos
despierta a una vida consciente de la distancia.
La vida es anormalidad, peculiaridad e intensidad.
Sigo escanciando mis emociones entre llantos y risas,
entre dudas y certezas, pero sé que a cada paso soy. Recupero mi identidad.
Mi gato muy gato sólo tiene ganas de jugar, dentro de
poco tendrá cinco meses. Le gusta dormirse en mi barriga.
Huele a incienso de ruda.
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