10 de Agosto de 2012


Entra fuego por la ventana y el Montseny, cansado de tanto calor, parece resignarse.

Quiero estar en silencio y dejar hueca la mente. Es el silencio lo que me nutre.

Las células anormales hicieron que el mismo ginecólogo me pidiera una visita extra a mi oncóloga.

Bebo  agua con hielo, necesito aliviar el fuego que entra a través de las ventanas.

Sigo preguntándome hacia dónde me dirijo. No es cuestión de “tener”, no es cuestión de querer, la cuestión es ser y sentir.

Dudas e  incertidumbre  han reinado en estos días, todo se ha disipado hablando con mi doctora oncóloga,  más sorprendida que yo de ver mi nombre en la lista. Finalmente los resultados no tienen nada que ver con el proceso del cáncer,  me explicó que en un engrosamiento de matriz lo normal es encontrar células anormales. Vio tan desencajada mi cara que me dio una copia impresa de los resultados.

Es acertada mi decisión de no tomar el tratamiento hormonal durante 5 años, ahora bien sigo poniendo orden a mis hábitos alimentarios. Esa promesa me la recuerda con cariño mi doctora. Mi compromiso sabe que es firme, porque me he comprometido conmigo misma.

Me pregunto si lo que siento y cada paso que doy lo hago con la pasión de cada momento, porque cada momento es único, todo sucede en un aquí y ahora, sin más. Me pregunto si realmente estoy imbuida de la esencia que rezuma cada instante.

Estos días planeaban los condicionamientos ¿a qué tengo miedo? Sé que no puedo anclarme en nada, porque todo es cambio, por más que quiera permanecer, permanecer es morir ante la vida. El cambio, soltar el ancla de nuestros condicionamientos es levantar velas y navegar, es desplegar las alas y volar.

Siento que estos últimos días se han llenado de dudas, pero hay algo en mí, profundo y sincero que no me engaña, mi camino es lo que es. Mirar afuera  es  un callejón sin salida.

Ahora sólo hay un sentido y es vaciarme de todo para escanciarme esta nueva vida, aireándola, dejando que el poso fondee, oliendo su perfume. Los pensamientos se desvanecen y se establece nuevamente el silencio. El silencio, una nueva percepción.

Pensar ser ¡qué ironía!  pensar lo que se “es” es un suicidio. La libertad desnuda de condicionamientos nos confina a reconciliarnos con la soledad, esa soledad que camina con nosotros. Soledad hecha de tierra, aire, agua, fuego.

Cuando ya no existe nada da comienzo la verdadera vida. En la nada sólo la identidad de uno mismo permanece en esencia.

Ahora ya con más claridad, me esperan dos meses de tratamiento y nueva biopsia, lo importante es confiar en lo que siento, ser certeza.

El gato muy gato es travieso y juega con los cordones de mis sandalias. Huele a silencio y a mirra.

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