2 de abril de 2013



Días grises de lluvia. El Montseny ha descansado bien y hoy seduce sin vergüenza alguna a mi ventana, danzan. El aire huele a primavera.


He ido al banco, estoy en la lista negra, si no sales tu del sistema, te sacan, estará bien porque me ahorrarán trabajo. Al salir veo a F. como  siempre nos saludamos efusivamente, hace años que nos conocemos. Llegó la mirada, me aprieta las manos y me dice – tu enfermedad, el cáncer, ha llegado a mi familia- yo me quedo petrificada y le pregunto -¿tu?- y ella me contesta serena – mi marido- La mirada, el abrazo, el momento fue intenso. 

- Pensar en ti me da fuerzas, ahora sé lo que significa que todo se va- me dice con los ojos brillantes, apretándome las manos, llevándoselas a su corazón. – Gracias por existir y compartir- añade. Yo me quedé en silencio, sin saber qué decir, los ojos querían llorar a mares, pero no, ahí estaba yo, cogida de las manos de esta mujer luchadora. Detuvo el desahucio y ahora lucha con uñas y dientes, porque las dos entendemos que la vida es vida y un golpe de esta magnitud no puede aturdirte, un golpe así te empuja a vivir como nunca has vivido.

Sigo en el ahora, lleno de incertidumbres. Pasos certeros para un presente incierto. Sigo sin puntos de referencia, está bien porque la vida no deja de sorprenderme.

Me comparto, porque quiero poner palabras a lo que siento y vivo, no hay más. Aunque F. me reconozca, para mí es un honor nuestra amistad, siempre llena de silencios, mujeres que nos hemos cuestionado lo que somos, necesitamos muchas veces de aquella palabra amiga para abrir nuevamente  nuestro propio cielo. F. siempre me ha abierto los cielos con la magia de sus palabras.

Parecía que este viaje terminaba, no es así, hay un antes, un durante y un después que no puede obviarse. 

Siento que la vivencia me ha conducido a una parte desconocida, no quiero, y lo repito muchas veces, mi vida tal como la entendía antes, porque en esta incertidumbre duermo, danzo, me siento feliz. En esta realidad incierta yo soy y me expreso lo que soy, sin miedos.

Esto es una marca, un sello, un tatuaje de por vida. Saber que en mi están muchas lecciones aprendidas, otras suspendidas y otras repetidas, ahora es vivir sin esperar, aprender de la lluvia, del viento, de la tierra, del fuego, ellos se manifiestan porque son, se expresan porque son. Andar porque se es.

Ayer mi hija me preguntó ¿qué era el patrimonio? Le contesté que el patrimonio es lo que nos hace morir ante la vida. Tener sustituye a ser. Ahora en los tiempos que corren no todos tienen derecho a tener, ya se ocupan los bancos y el gobierno en sacar del sistema a personas que con su trabajo pagan una hipoteca por sus casas, sino pueden pagar,  desahucian y  degradan la condición humana.  No tener te hace descender a la categoría de persona muerta socialmente, pero la magia de la vida es otra, los desahucios han despertado la solidaridad, ese movimiento nos ha recordado lo vivos que estamos, todos aquellos que tenemos la capacidad de compartir lo que somos, los demás no son humanos, son animales, nuevos depredadores, son los nuevos zombies, personajes sin conciencia que se consideran con derecho de decidir quién es humano y quién no. Estos personajes gobiernan y dirigen empresas llamadas bancos.

Después de este discurso, mi hija, muy hábil, me contestó - quizás mejor ser libre y no tener para estar conservando algo absurdo, mejor vivir-

Realmente es así, vivir, saber que en un instante puedes morir, aquellos que realmente viven son lo que tienen capacidad de morir. La vida y la muerte se tornan un acto de valentía.

Este “después”  está lleno de magia y  valentía. 

Me siento en la misma mesa que la vida y la muerte, las tres conversamos, nos miramos fijamente. Mi propia trinidad, vida, muerte y ser humano.

Por fin he conseguido hacer mi primer pastel, un bizcocho de sabor a limón.

Vivir es un acto que se arrebata a la muerte.

Huele a ruda y mi gato muy gato ha decidido dejarme sola, sabe que no me importa.

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