21 de Mayo de 2013


Mi ventana danza con el Montseny, abrazados por el sol  y un tapiz verde,  ambos se deslizan, se miran profundamente, reconocen su alma, yo como siempre observando, cautiva, envidiando el amor que ilumina el sol.

Se me hacía raro estar en la sala de espera, mi doctora oncóloga iba a darme los resultados, allí estaba yo junto con otras compañeras de batalla,  con la sombra del miedo en la mirada ¿Para qué el miedo? El cáncer y yo nos conocemos, sabemos lo que somos. 

Hay más que una relación al uso entre paciente y doctora, R.  es una maga, es amor en estado puro. Encontramos la capacidad de ponernos de acuerdo y en todo este tiempo, hemos negociado, pactado y siempre entre ambas el respeto y con  mirada profunda, permanecemos en  aquel lugar donde sólo existe lo humano y lo verdaderamente importante. 

Colesterol alto y anemia, por lo demás todo bien, hasta dentro de seis meses. Un tumor benigno y un ganglio inflamado son los responsables. 

Después de ser muy concienzuda con la dieta durante el tratamiento, ahora vivo en cierto desorden. Sigo recolocando. A veces siento que vivo en el día de la marmota, utilizando las mismas expresiones. 

El cáncer es  una sombra, forma parte de mi lado oscuro, es un yo oculto que hiberna. Es un dragón oculto bajo mi piel. 

Sigo viviendo en una resaca, recolocando un todo que la enfermedad desdibujó. Nuevos horizontes y andar en el aquí y ahora, más que nunca. 

Aún siento que pongo el freno de mano, aún siento que una parte de mi sigue pendiente de expresarse y el poso del café derrapa por mi garganta, raspando todo aquello que realmente debe irse. 

Mi piel es más fina, mis manos y antebrazos morenos contrastan con el resto de mi cuerpo,  de piel asombrosamente blanca. Hay un cambio en la pigmentación y en la percepción de todo lo que me rodea. Todo es más intenso y susceptible de desbordarse, pero existe un punto en donde todo permanece. La conciencia de la renuncia es la conciencia de la aceptación de lo que soy y esa es la esencia de mi alma, su permanencia. 

Andamos buscando tarjetas de acreditación a los demás, no hay como reflejarse ante el espejo de los sucesos, un espejo interno en donde la vivencia es un reflejo de lo que somos. 

Me vuelven a decir que el pasado es pasado, es cierto, pero es necesario aprender de lo vivido haciéndonos mucho más hermosos, el pasado nos refleja y nos hace aprender de nosotros mismos,  enriqueciendo el presente, llenándolo  de colores, sabores, melodías y texturas. 

La vida es un caballo que trota en el corazón y navega por la sangre. 

El café humea deslizándose por el ambiente, cada sorbo derrapa. 

Mi gato muy gato juega, me mira con ojos de gato y me siente muy humana.

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