El Montseny se diluye entre las nubes, tiene derecho a su
intimidad, uno desconoce lo que puede pasar por la cabeza de una montaña,
suponiendo que tenga cabeza, aunque a decir verdad, hay montañas con cabeza y
seres humanos sin cabeza.
Otro día que amanece extraño. La soledad lleva nombre de cáncer, es una
soledad embriagadora pero amigable. La enfermedad obliga a reconciliarte con
esa soledad que muchas veces derrapa arañando las entrañas.
Quizás tenga un gran poder de regeneración. Vives o mueres, como decía
Sexton, no hay más.
El sol puede enternecer el corazón, pero su luz araña mis pupilas y despierta
el demonio que habita en mí.
Veo las nubes desde mi ventana y el verde mustio del campo, el calor dejó
de azotar y la luz brilla entre las nubes, la vida sigue, para Cronos los acontecimientos carecen de importancia.
El tiempo todo lo devora y deja un matiz añejo en la piel. Así vives, así eres.
El tiempo todo lo devora y deja un matiz añejo en la piel. Así vives, así eres.
Aceptamos sentirnos cosa, como si la humanidad en nosotros mismos pudiera
estratificarse. Es lo que tiene reflejarnos en un espejo roto.
Hoy el dolor es terco y no hace caso de nada, el brazo pierde su fuerza. La
cicatriz sigue siendo reciente.
Volvemos a ayudarnos. Amigas cercanas y sin distancias emocionales.
Recuerdo a M.A. y a su marido, cogidos de la mano, superando lo que a veces
parece imposible, son héroes. Curioso cómo buscamos héroes de papel, en
realidad hay un héroe que hiberna dentro
de nosotros.
¿Qué pasaría si el miedo cruzara de acera y ya no nos perteneciera?
¿Tendríamos miedo si los muertos nos susurraran que la muerte está de nuestro lado?
Mejor no preguntar.
Huele a salmón con huevos, nata y queso. Cocinar me gusta y con ello mi paladar
sigue reconciliándose con los alimentos. Todo llega, es cuestión de paciencia y
aceptar que nada es igual.
El ahora presenta unos precipicios difíciles de vivir pero se viven.
Mis hijos son héroes de lo cotidiano, ellos, tan despiertos a la vida,
viven sintiendo que la tierra mojada pervive bajo sus pies descalzos, esa tierra es Ítaca, dejando de ser extraña e inalcanzable.
Ulises es un duende que permanece en nosotros y, de tanto en tanto, emerge, como el Minotauro blanco, es la inocencia que asoma de vez en cuando y nunca debió beber sangre.
Ulises es un duende que permanece en nosotros y, de tanto en tanto, emerge, como el Minotauro blanco, es la inocencia que asoma de vez en cuando y nunca debió beber sangre.
La vida sigue siendo una metralleta dispuesta a disparar y a levantar la tapa de
los sesos, a cualquiera que no esté
dispuesto a vivirla.
He encendido una vela, el aire susurra y juntos, dibujan en el aire una sinfonía de formas que no
puedo definir con palabras.
Hoy mi gato muy gato juega con mis zapatos, me mira desafiante, él es
consciente que gana porque yo soy humana y él es un gato.
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