18 de septiembre de 2014

La niebla lo esconde todo.

No puedo parar de llorar. Esta mañana me han dado la noticia, a un buen amigo le han diagnosticado un osteosarcoma fibroso, a veces el cáncer se va para no volver y otras se acostumbra a vivir en tu cuerpo.

El lunes falleció el padre de una de mis mejores amigas, hoy las lágrimas son cuchillas afiladas hiriendo mis mejillas.

El café humea y su olor intenso calma mi ánimo, cada sorbo derrapa por mi garganta. 

Estoy cabreada, muy cabreada conmigo misma, nunca debemos perder de vista lo verdaderamente importante. ¿Tener? ¡A la mierda las pertenencias! Lo importante es sentir cada paso, cada gesto, cada caricia. El tiempo no existe.

La enfermedad trata de arrebatarte lo único que tienes, la vida. Cuando un infarto fulminante se lleva la vida de un padre, la vida está pidiendo a gritos ser vivida.

A. está bien, me alegré de que fuera capaz de expresar su tristeza,  en ella no hay ni un resquicio de vida pendiente de vivir. Magia.

Nuestro único destino es la muerte. Mirar a otro lado es miedo y con él morimos un poco día a día.

Tener es miedo a perder, miedo a dar y nos incapacita. Muchas personas piensan que tienen poco que dar, no es así, tienen mucho que dar, porque el mayor tesoro es dar lo que uno es, sin más. Compartirse.

Estoy corrigiendo el libro, recordando cada paso en mi enfermedad, no debo olvidar que la vida es un presente valioso y compartirlo, una necesidad.

Olvidé  lo importante, expresar lo que soy. Pocos comprenden que cuando ya nada queda, solo se puede vivir y que la muerte venga a tomarse unas cervezas. 

Cada martillazo de dolor, cada calambre en el brazo debería hacerme recordar que la vida es un pulso, un instante que si no se vive,  se pierde.

La intensidad es maravillosa, es sentir sin barreras, aunque se confunde demasiadas veces con cadenas que, una persona como yo, no puede ni quiere tener. Es lo que tiene el cáncer, te recuerda que debes vivir la libertad desde la intensidad.

Sigo llorando.

P. fue y sigue siendo un impulso para mí, nos separa un océano que nuestro corazón ha borrado. Ambos andamos en la conquista de nosotros mismos, de ser uno con la vida, ese lenguaje que tanto nos gusta, desde el sentir. Poco tiempo ha durado la tregua, unas células hijas de puta han decidido volver a reproducirse. Es la cicatriz del cáncer, esa piel sensible que siente de manera distinta. Él sabe que estoy y que la vida es nuestra mejor metralla.

A., N., A.y yo compartimos y abrazamos todo lo que nos une,  la vida  estallando en nuestros corazones.

La muerte viene sin llamar a la puerta.

Sigo escanciando palabras y lágrimas, porque nuevamente la vida es nitroglicerina en la sangre estallando en  cada latido. Ahora sí, con una vida vivida. Los pendientes, los eriales no son más que excusas.

Escucho a Snow Patrol.

Huele a tierra mojada.

Mi gato muy gato me mira, quiere subirse a la mesa.