Entra fuego por la ventana y el Montseny, cansado de tanto calor, parece resignarse.
Quiero estar en silencio y dejar hueca la mente. Es el silencio lo que me nutre.
Las células anormales hicieron que el mismo ginecólogo
me pidiera una visita extra a mi oncóloga.
Bebo agua con hielo,
necesito aliviar el fuego que entra a través de las ventanas.
Sigo preguntándome hacia dónde me dirijo. No es cuestión
de “tener”, no es cuestión de querer, la cuestión es ser y sentir.
Dudas e incertidumbre han reinado en estos días, todo se ha disipado
hablando con mi doctora oncóloga, más
sorprendida que yo de ver mi nombre en la lista. Finalmente los resultados no
tienen nada que ver con el proceso del cáncer, me explicó que en un engrosamiento de matriz
lo normal es encontrar células anormales. Vio tan desencajada mi cara que me
dio una copia impresa de los resultados.
Es acertada mi decisión de no tomar el tratamiento
hormonal durante 5 años, ahora bien sigo poniendo orden a mis hábitos
alimentarios. Esa promesa me la recuerda con cariño mi doctora. Mi compromiso
sabe que es firme, porque me he comprometido conmigo misma.
Me pregunto si lo que siento y cada paso que doy lo
hago con la pasión de cada momento, porque cada momento es único, todo sucede
en un aquí y ahora, sin más. Me pregunto si realmente estoy imbuida de la
esencia que rezuma cada instante.
Estos días planeaban los condicionamientos ¿a qué
tengo miedo? Sé que no puedo anclarme en nada, porque todo es cambio, por más
que quiera permanecer, permanecer es morir ante la vida. El cambio, soltar el
ancla de nuestros condicionamientos es levantar velas y navegar, es desplegar
las alas y volar.
Siento que estos últimos días se han
llenado de dudas, pero hay algo en mí, profundo y sincero que no me engaña, mi
camino es lo que es. Mirar afuera es un callejón sin salida.
Ahora sólo hay un sentido y es vaciarme de todo para
escanciarme esta nueva vida, aireándola, dejando que el poso fondee, oliendo su
perfume. Los pensamientos se desvanecen y se establece nuevamente el silencio. El silencio, una nueva percepción.
Pensar ser ¡qué ironía! pensar lo que se “es” es un
suicidio. La libertad desnuda de condicionamientos nos confina a reconciliarnos
con la soledad, esa soledad que camina con nosotros. Soledad hecha de tierra,
aire, agua, fuego.
Cuando ya no existe nada da comienzo la verdadera
vida. En la nada sólo la identidad de uno mismo permanece en esencia.
Ahora ya con más claridad, me esperan dos meses de
tratamiento y nueva biopsia, lo importante es confiar en lo que siento, ser
certeza.
El gato muy gato es travieso y juega con los cordones
de mis sandalias. Huele a silencio y a mirra.
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