30 de junio de 2014

El Montseny sigue seduciendo a mi ventana, ella lo acaricia y me muestra su majestuosidad.

Ya me han hecho las últimas pruebas. Todo bien, mi ginecóloga quiere verme en octubre. Es el estigma del cáncer.

El sistema quiere esclavos, es fácil de entender, está construido por personas que consideran la libertad un peligro. El sistema te carga con toneladas de condicionamientos que dictan la capacidad de vivir de uno mismo. 

Caminar hundiendo el pie, dejar huella, jode. Andar por caminos nuevos, sin miedo, ser sin desvanecer, es de valientes.

La vida nos mide por lo vivido, nos mide por las cicatrices del alma, la vida irá a nuestro encuentro, nos maldecirá por no atrevernos a ser auténticos, nos disparará con una metralleta sin darnos tregua.

¿Discapacidad? ¿Enfermedad mental? ¿Cáncer?  Establecen un límite, encajando a la vida en el sistema y ahí estamos todos muertos, locos y enfermos.

El sistema establece una frontera  prudente para la vida, nunca escucharé a ningún político o empresario aconsejarle a un trabajador que coja una baja para vivir, porque es necesario que viva. ¡No! el perímetro de la vida es cada vez más estrecho. 

Ahora con más metralla que nunca en mis venas, vivo y soy libre.

Huele a ternera estofada, mi reconciliación con la cocina es total. Me gusta. Admito que sigue molestándome no encontrar el punto de sal en las comidas.

El cambio de tiempo resucita mis demonios a través del dolor, es el diablo en mis venas, trato de pactar con cortesía, a veces lo acepta y otras san ibuprofeno y san paracetamol hacen un buen exorcismo.

Momentos de miedo a vivir acechan, son pocos. La metralla y mi sangre de nitroglicerina pueden con los fantasmas del pasado, un pasado que nunca existió, porque es un presente, está en mis cicatrices, está en todo lo que siento, es una realidad. El pasado ha construido todo lo que soy, no hay más que admitirlo y aceptarlo.

El pasado es un libro que tenemos que ir releyendo, ahí está todo lo aprendido y todo lo que somos. Revivir y anclarnos en él es un acto de cobardía, aquello que conocemos nos mata, aquello que desconocemos es una oportunidad de vivir.


Mi gato muy gato se acicala, me mira con aires gatunos, me recuerda lo humana que soy. 

17 de junio de 2014

El viento fresco danza sobre el Montseny, el sol se oculta tras las nubes.

Sigue siendo martes, es un martes  largo.

Se llenan de sorpresas las horas, me he emocionado y llorado, quería abandonarlo todo e irme a un lugar donde perderme y dejar de sentir.

Sigo aquí, donde la vida ha perpetrado un atraco a mano armada, la vida me apunta con una pistola del calibre 38, justo entre los ojos, cargada de intensidad y libertad, dispara como si nada, me entrega todo donde no existía nada. No sangro.

El verano llega para aferrarse a la piel, la lluvia sofoca el calor. Nuevos tiempos y nuevos horizontes.

Mi ordenador ha pasado la ITV con éxito, mi hermano, que es un amor, es un genio.

El día lleva el inconfundible sabor de un café intenso y espeso, con hielo y un trozo de limón, un universo de sabores, quizás la llave a unos mundos que esperan ser explorados por mí.

Andar a pesar de los miedos, saltar a pesar de las alturas, sentir la libertad vibrar en cada poro de la piel, así es la vida, metralla que alcanza el alma.

Son las cicatrices las que marcan el mapa de ruta hacia el alma, aquello que vives es lo que eres, aquello que aprendes es lo que expresas y aquello que no te permites es tu tristeza.

Suena Jonsi, Go Do, es alegre y llena todo los rincones de mi alma.

Huele a incienso de jazmín.

Mi gato muy gato duerme en el suelo.


15 de junio de 2014

Hoy las nubes dibujan en el cielo un camino, quizás el mío. La luna y el Montseny  se esconden.

Mi última entrada es del 21 de mayo del año pasado, mucho tiempo, demasiado.

Escribir me empuja e impulsa. Escribir me enfrenta a los miedos, aquellos que trotan libremente y que nunca me atrapan, aquellos que  tratan de anclarme en una realidad que ya no me pertenece, porque no existe.

Unos me preguntan por  la vida después del cáncer, otros me preguntan por qué hablo de la enfermedad.  La respuesta es así de simple: porque resucitó la vida que dormía en mí.

El cáncer te compromete a vivir. Yo pensé que vivía y en realidad estaba muerta.

La muerte nos miente,  porque está mucho más cerca de lo que parece, es un destino del que no podemos huir. La muerte no nos rendirá cuentas, la vida sí. La vida es muy cabrona porque pasará lista de aquello que te has negado, de los miedos, de tus ausencias, porque ella se expresará, no importa la forma,  no podrás ir en su contra. La vida es en sí misma una hoja de ruta, donde el destino es ella misma.

Hay paz y sosiego.

Entro en casa y siento que por fin la  vida me pertenece, por fin me siento libre. Esa conciencia es la conciencia de vivir, sin más.

Cada vez utilizo tazas más grandes, el café es un delirio para mis sentidos, rezuma ese dulzor amargo que penetra hasta un abismo que poco puedo expresar con palabras. Café y azúcar, una pareja apasionada.

Meses ausente de mis palabras pero más presente que nunca.

Todo, como siempre, es incierto y lo agradezco.

Una fuerza en mí, más allá de la batalla ha hecho crecer mi pelo, un pelo plateado  lleno de rizos. Mi cuerpo busca la normalidad, una normalidad que nunca encontrará. Somos presa del pasado, como el cuerpo, queremos restablecer lo que dejó de existir. Ahora todo lo nuevo necesita su tiempo y espacio, como las cosechas, estos meses de barbecho me han vaciado de todo aquello que lentamente seguía matándome.

Mi cuerpo se adapta con naturalidad y mi alma sigue trotando libre.

El dolor aparece como salido de una chistera de un mago en horas bajas, ahora veo el truco, san ibuprofeno y san paracetamol lo ahuyentan como pueden y otras veces, es mi mala leche la que hace el exorcismo.

El cáncer es mi sombra, forma parte de una luz que tiempo atrás olvidé que llevaba mi nombre, ahora sombra y luz llevan mi nombre.

Hoy hemos cenado unos bocadillos de salchichas, olían deliciosamente. Me gusta cocinar, aunque sigo haciendo la comida un poco salada.


Mi gato muy gato duerme, de vez en cuando me mira, se sorprende de mi humanidad.