22 de Junio de 2011

La cortina tiñe de azul la luz de la claraboya, el ambiente azulado de la buhardilla es extraño, quizás porque es nuevo.

Estos días han sido ya para irme recuperando, familia, amigos y sobretodo el mar que como quien no dice la cosa se lleva mi malestar muscular, haciéndome florecer.

Con la comida ya no hay problema, quizás esto haya servido para que mi estómago redujera las raciones en exceso copiosas.

El sol aturde mi alma con su luz, quizás en mi corazón late cierta dosis de melancolía.

El fin de semana pasado estuve con una amiga, lo pasamos genial, charlamos hasta bien entrada la madrugada, reímos, contemplamos la vida a través de nuestros surcos, los surcos de haber vivido.

Ahora más que nunca siento que a cada paso la huella anterior desparece, en el eterno presente cada huella se tatúa en la planta de los pies y en el alma quedan los surcos de lo pisado desde la más absoluta coherencia.

Me libero de un pasado lleno de cadenas, de miedos, de renuncias, para un presente construido desde la esencia de todo aquello que palpita en mis entrañas.

Disfruto como nunca de las ensaladas, estoy empezando a apreciar de nuevo los sabores.

Tengo muchas preguntas, pero sólo existe un destino mi propia esencia.

En cada gesto, en cada lágrima golpean las emociones de un tiempo que parece que nunca termine y que nunca acabe. Uno no sabe ni cuando empieza ni cuando acaba, ponemos límites a vivir, la vida late en un gesto que ni empieza que ni acaba, sólo puede sentirse.

La vida nos desarma, nos enfrenta a la incertidumbre en donde la única certeza es el tiempo presente y tener nos hace víctimas de nosotros mismos, sólo cabe vivir desarmados por los sentimientos que la mente quiere amputar.

Un gazpacho me ha refrescado. Hace realmente calor.

La estancia en el hospital fue dura, pero la vida es mucho más que eso.

Huele a vainilla.

La gata muy gata disfruta del ambiente azulado de la buhardilla, me mira desafiante se quiere meter dentro de mi cama, pero resignada ha renunciado, duerme a mis pies.

15 de Junio de 2011

La claraboya está alegre, la luz a chorro penetra por todos los rincones de la buhardilla. Mi ánimo tibio se alegra ante este espectáculo.

Mi mente está cansada, mi corazón late cansado, han sido tres días de hospital difíciles. Esta quimio ha hecho de las suyas doblegando mi cuerpo hasta la extenuación.

Perdí el conocimiento el jueves, una ambulancia me llevo al hospital. Sólo puedo decir que fue todo muy rápido. Lograron parar los vómitos que durante un par de días no me dejaban asimilar nada. Así que la misma madrugada ya estaba en casa. Todo bien hasta el fatal domingo, que volvieron con más virulencia, otra vez una ambulancia y tres días de hospital.

Convulsiones, dolor y ganas de acabar con todo. Me pusieron morfina y valium, porque mi cuerpo estaba derrotado y mi ánimo se sentía perdido entre dolores.

El factor humano en el hospital, impresionante, más que sobresaliente. La vida abre los ojos del corazón para sentir la entrega que estas personas tuvieron conmigo. Es tan importante el factor humano en momentos así que, más que agradecerse, mi alma se nutrió de todos y cada uno de los afectos.

Por primera vez sentí miedo, porque de algo estoy segura quiero vivir. Ya no existe sangre en mis venas sino el pulso de la vida que se abre paso con cada gesto, con cada respiración.

Estos días en el hospital han dejado una huella profunda en mi, los afectos que siguen sorprendiéndome y me acercan a la esencia misma de la que estamos construidos todos. También me sorprendo de mi misma, porque si ya me expreso, ahora soy capaz de desnudar mi alma sin más, solía ser una niña que se expresaba poco, pero ahora, aquella niña se expresa en un cuerpo de 42 años. Me siento bien.

El box de urgencias ha sido todo un lujo para mi, en el trasiego de ir y venir de enfermeras, auxiliares, médicos, equipo de limpieza, todos y cada uno de ellos me han regalado lo mejor de sí mismos, con sus gestos, sonrisas, apretones de mano, cariño sincero. Uno podría pensar que se les paga por ello, pero hay que ponerse en su piel, debajo de sus batas habitan seres humanos de enormidad encomiable.

Mi dulce hermana, mi amada hija, mis padres, todos nos asustamos ante la reacción que tuve, han sido sus miradas llenas de emociones contenidas, de preguntas con respuestas difíciles y el sobrecogedor silencio de la mirada hacia un ser querido que no quieres perder, todas estas miradas han traspasado mi alma. Mi alma por eso está tranquila porque sigue palpitando.

La vida ha cambiado, porque ya mis ojos no pueden mirar la vida de otra manera que no sea desde mi corazón palpitando al son del aire.

Respiro porque amo el aire, camino porque amo la tierra, lloro porque amo el agua, abrazo porque amo el fuego, mi corazón late porque ama el cielo y yo sigo viajando.

Hacer lo que se supone que se ha de hacer es morir ante el milagro de la vida, sentir nos impulsa a vivir, a calzarnos las estrellas en los pies, porque en nuestros pies habitan las constelaciones de nuestra alma.

Estoy comiendo, aunque los sabores siguen defraudando a mi paladar.

Huele a incienso.

La gata muy gata me ha echado de menos, ronronea en mis pies. La gata muy gata quiere danzar conmigo, pronto danzaremos juntas.

3 de junio de 2011

Hoy la claraboya estaba gris, la luz lagrimeaba. Puede que en esa conciencia de sí misma, la claraboya supiera que hoy volvía a la carga con un nuevo ciclo de quimio.

Ha sido distinto y revelador, porque hoy he recibido respuestas que la vida ha puesto delante de mis narices.

Nueva quimio, su nombre docetaxol, hasta ahí pensé que todo bien, pero el compuesto está sintetizado del Taxus o Tejo, árbol de corteza muy dura. Hay más, en casa tengo El libro de Plantas Medicinales de Pio Font Quer, un libro muy querido, dedica una página al tejo, árbol que ya lo conocía Teofraso, el profesor Font hace incapie en su toxicidad. La taxina es el alcaloide sintetizado por la industria farmacéutica que ralentiza la división celular o mitosis. Curioso, la naturaleza es nuestro proveedor de medicinas.

Siento tristeza al comprobar que una vez más, siguen primando intereses económicos para la investigación en la búsqueda de nuevas medicinas, basadas en lo que ya tenemos como propio, la madre naturaleza y su gran desconocido, el reino vegetal, que sin conciencia ninguna laboratorios farmacéuticos varios, especuladores de semillas, continúan patentando un patrimonio que nos pertenece a todos y ¡a los gobiernos no les importa! La falta de sentido es obvia.

Me ha encantado reencontrarme con las enfermeras y los voluntarios de AECC, nos tratan con factor humano sobresaliente, una vez más solo puedo emocionarme ante su trabajo y profesionalidad. No tendría sentido sin su naturaleza llena de empatía, sinceridad sin barreras emocionales.

Hoy dos mujeres empezaban su tratamiento, sus ojos brillaban, reflejaban su alma de niña herida por estar allí, es una mirada que he reconocido como mía, pero que en su día marchó, porque las heridas son mal compañeras de viaje. Conversaciones llenas de comprensión, palabras llenas de sentido y optimismo, porque no nos engañemos, este es un viaje no sólo físico sino también del alma.

Me han inyectado un antihistamínico y me ha provocado mucha somnolencia, no he parado de revolverme en el sillón. Dormir era una gesta imposible, los sillones no son cómodos y entre pitos, correrías de carros de comida y medicinas, más que difícil ha sido imposible.

Cuando he llegado a casa estaba mi familia al completo, abrazos, cariños, ternura y sobretodo una fase más, un paso más.

Esta vez es diferente pero a ciencia cierta no sé cómo irá el tema, esta quimio sigue deprimiendo el sistema inmunitario, jode el estómago y vuelve la caída del pelo, además de afectar al sistema nervioso central, en fin, es simple cuestión de paciencia y ver cómo reacciona mi cuerpo, mi amado cuerpo.

Mi mente sigue despejada y con ganas de seguir aprendiendo y mi corazón… mi corazón sigue palpitando con la vida, en ese lenguaje profundo y cercano de la vida.

Mi alma se siente realmada, dispuesta a sentirse atrapada por la magia de la vida, en sus gestos y sutilidades, porque seamos claros, las batallas hay que ganarlas, pero son los detalles que hacen de la batalla algo distinto, marcan la diferencia de cara a la conquista de uno mismo. La verdad es vivir la realidad de uno mismo.

Sé que en esta nueva fase ya se están transformando muchos aspectos de mi sentir, dando lugar al más preciado de los tesoros, que nuevamente todo se vaya colocando en el lugar que le corresponde, sin engaños ni apariencias, es la realidad vivida desde la verdad de uno mismo.

Lo cierto que con esta quimio cambian poco los sabores, por el momento, así que mascar un simple chicle de limón ha sido algo especial.

Disfruto con las palabras de Natsume Soseki y su novela Kokoro, es especial la atmósfera que se respira en ella. Intimidad.

Los claveles rosados siguen hospedados en el jarrón de cristal, bajo la claraboya.

Huele a te de rooibos.

La gata muy gata me busca, siente quizás que mi piel es distinta o no, sencillamente me mira con su aire de gata muy gata y duerme plácidamente.

2 de junio de 2011

La luz penetra a chorro por la claraboya, días calurosos y lluviosos, una semana más de tregua.

Mi visita a la oncóloga fue bien, me sorprendió que no se empezara ya el tratamiento. Tengo que esperar esta semana más para terminar de recuperarme de la última operación, es lógico, porque en este tratamiento se incorpora el taxol, un inhibidor de la mitosis celular.

Estos días he salido, he disfrutado del sol y la compañía de mi familia. También he decidido ordenar la buhardilla, cada vez que subía las escaleras sentía cómo me lo pedía gritos. Esta buhardilla tiene su espíritu propio, soporta cierto grado de desorden, pero no el desorden sin más.

Las líneas del camino se tatúan en el alma, a cada paso. Las almas tatuadas escasamente viven dormidas, perciben la vida separada de sí mismos. Adaptan lo vivido a lo que piensan, así es difícil transitar por el lenguaje de la vida.

No hay nada más maravilloso que un alma tatuada, porque los surcos y colores dan textura a la mirada que termina por ser una síntesis de lo vivido conscientemente.

Apuro en la comida, es el placer de sentir olores y sabores. Pronto serán sencillamente colores de sabor extraño y olor contundente.

La conciencia de vivir y de seguir siendo el protagonista es una experiencia única, aunque a veces nos desborde en emociones y sentimientos. El racionalismo nos ha distanciado, ha creado tantas barreras que emociones y sentimientos cabalgan sin ton ni son en busca del mínimo resquicio por donde expresarse y mientras, nuestros pies pisan las huellas de un tiempo que transcurre sin vivir.

Estas noches duermo mal, no sé si mis venas soportarán cuatro sesiones de quimio, no sé si mi cuerpo tolerará bien este proceso hacia el final del tratamiento.

He tenido una crisis de asma, la primavera y los nervios son mal compañeros en una víspera como esta. Confío en mi cuerpo, hasta ahora me ha tratado bien.

La vida palpita, se expresa y me sorprende. El tiempo ya ha dejado de ser una distancia, es un suceso que reúne o separa en un eterno presente. El presente acaba siendo uno mismo, una síntesis del ser.

Mi mente trata de traicionarme con pensamientos que quieren mellar mi autoestima y la confianza en la vida y su proceso, dejo que esos pensamientos marchen a la deriva, en el mar de ninguna parte, porque lo que cuenta es lo que palpita bajo mi piel.

Es tiempo de cerezas, para los japoneses representa el inicio de la primavera y si un pétalo de sus flores cae sobre tu mano, es augurio de buena fortuna en el amor. Es bello el cerezo. Esta es una primavera extraña, comer cerezas alejará esta extrañeza de mi alma.

En la mesa, bajo la claraboya, un jarrón de cristal hospeda un ramo de claveles rosados.

La gata muy gata duerme conmigo, busca el contacto con mis pies desnudos. Me mira con su mirada de gata, sabe que me hace cosquillas.