La luz penetra a chorro por la claraboya, días calurosos y lluviosos, una semana más de tregua.
Mi visita a la oncóloga fue bien, me sorprendió que no se empezara ya el tratamiento. Tengo que esperar esta semana más para terminar de recuperarme de la última operación, es lógico, porque en este tratamiento se incorpora el taxol, un inhibidor de la mitosis celular.
Estos días he salido, he disfrutado del sol y la compañía de mi familia. También he decidido ordenar la buhardilla, cada vez que subía las escaleras sentía cómo me lo pedía gritos. Esta buhardilla tiene su espíritu propio, soporta cierto grado de desorden, pero no el desorden sin más.
Las líneas del camino se tatúan en el alma, a cada paso. Las almas tatuadas escasamente viven dormidas, perciben la vida separada de sí mismos. Adaptan lo vivido a lo que piensan, así es difícil transitar por el lenguaje de la vida.
No hay nada más maravilloso que un alma tatuada, porque los surcos y colores dan textura a la mirada que termina por ser una síntesis de lo vivido conscientemente.
Apuro en la comida, es el placer de sentir olores y sabores. Pronto serán sencillamente colores de sabor extraño y olor contundente.
La conciencia de vivir y de seguir siendo el protagonista es una experiencia única, aunque a veces nos desborde en emociones y sentimientos. El racionalismo nos ha distanciado, ha creado tantas barreras que emociones y sentimientos cabalgan sin ton ni son en busca del mínimo resquicio por donde expresarse y mientras, nuestros pies pisan las huellas de un tiempo que transcurre sin vivir.
Estas noches duermo mal, no sé si mis venas soportarán cuatro sesiones de quimio, no sé si mi cuerpo tolerará bien este proceso hacia el final del tratamiento.
He tenido una crisis de asma, la primavera y los nervios son mal compañeros en una víspera como esta. Confío en mi cuerpo, hasta ahora me ha tratado bien.
La vida palpita, se expresa y me sorprende. El tiempo ya ha dejado de ser una distancia, es un suceso que reúne o separa en un eterno presente. El presente acaba siendo uno mismo, una síntesis del ser.
Mi mente trata de traicionarme con pensamientos que quieren mellar mi autoestima y la confianza en la vida y su proceso, dejo que esos pensamientos marchen a la deriva, en el mar de ninguna parte, porque lo que cuenta es lo que palpita bajo mi piel.
Es tiempo de cerezas, para los japoneses representa el inicio de la primavera y si un pétalo de sus flores cae sobre tu mano, es augurio de buena fortuna en el amor. Es bello el cerezo. Esta es una primavera extraña, comer cerezas alejará esta extrañeza de mi alma.
En la mesa, bajo la claraboya, un jarrón de cristal hospeda un ramo de claveles rosados.
La gata muy gata duerme conmigo, busca el contacto con mis pies desnudos. Me mira con su mirada de gata, sabe que me hace cosquillas.
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