13 de agosto de 2014

Hoy el Montseny me recuerda que vivir no tiene secretos. Montaña y sol juegan juntos.

He conocido a una mujer como pocas, en sus heridas están mis cicatrices. Impresionante. Su batalla, que fue la mía, se llama cáncer de mama.

Conocerla, hablar, compartir sentires es un regalo.

Ha venido con su familia llena de miradas cómplices.

M.A. sabemos que alrededor de la enfermedad existe mucha incomprensión,  en este camino de largo recorrido, la soledad desgarra el alma hasta despedazarla. El dolor, va más allá del dolor, cada sesión de quimioterapia te llena de un dolor desconocido y cuando en el proceso piensas que no hay más, el dolor sube varios peldaños en una escalera que parece no tener fin. 

¿El tiempo? No se puede hablar de un tiempo que no existe, solo esperas que en esos momentos de soledad perturbadora, los que te rodean logren comprender lo que incluso para un enfermo de cáncer no está a su alcance.

No puedo evitar mirarla y ver en sus ojos un mundo que ha lacerado su  alma, haciéndola sangrar hasta lo insufrible.

Hablar y expresar sentires es importante, cuando hablas de la enfermedad con total naturalidad, como quien va a comprar a un supermercado, significa haber superado esta treta de la vida.

El cáncer es una trampa para pararte en seco, para hacerte creer que la vida se escapa y se va, y más cuando los médicos juegan a ser un dios vestido de blanco, extendiendo órdenes de desahucio como si fueran recetas.

Recientemente alguien me dijo que parecía una adolescente. No. Un adolescente vive las sensaciones y sentimientos de forma desproporcionada, las hormonas juegan en su cuerpo, en el caso de personas como yo, sentimos la vida con intensidad y somos muy conscientes de ello.  Despiertas cada mañana con una sonrisa, la vida ha decidido permanecer y, en sus múltiples aspectos,  grita para que la tengas en cuenta y la sientas.

A veces la sombra de los condicionamientos aparece, lejos de cautivarme la exorcizo de la mejor manera, viviendo con intensidad.

El café con leche estaba hecho con todo el amor de M.T.

Hoy día 13,  la vida tiene mucho más sentido para mí.

M.A.  ha venido desde Madrid con una hoja de desahucio bajo el brazo, ha decidido ver  a sus amigos, estar con ellos un tiempo que ya no tiene certezas.

Hablo con su marido y le expreso que vivir sin certezas es duro, pero te acostumbras. Al final lo que queda es lo que das y lo que cada uno puede aceptar de ti. Nuestra realidad es vivir tal como sentimos, sí sentir, porque el centro o equilibrio es un engaño para dejar de vivir.

Mirar y adentrarse en la mirada de un enfermo de cáncer,  asusta a aquellas personas que tienen miedo a vivir. Es una mirada sin derrota, es una mirada que despedaza los demonios de una vida pendiente de vivir.

M.A.  sabe que mis palabras están escanciadas con un solo propósito, son para ella, cada pensamiento, cada secuencia de estas palabras,  están escritas con el fuego que llevo dentro. Es un fuego que se aviva,  cuando la incomprensión de médicos y de los que nos rodean hiere, pero también es un fuego que se alimenta de esperanza y comprensión, por aquellos que,  como nosotras,  nos compartimos, haciendo de esta batalla una batalla distinta, una batalla en la que nos conquistamos y somos más auténticos.

El cáncer nos llena de una verdad profunda, abisal, una verdad solo experimentada por aquellos que han vivido y visto lo que nadie debería ni ver ni vivir.

La locura es la cosificación del paciente por parte de la casta médica, es cierto, no todos, pero siguen habiendo demasiados humanos de bata blanca sintiéndose un dios humano que,  al cosificar al paciente,  se cosifica a sí mismo.

Le cuento a M.A. que es tiempo de vivir sin freno de mano, dar y recibir amor. ¿Preocupaciones? ¿Por qué preocuparte de cosas que no puedes solucionar ahora? Cuando llegue el momento se verá, mientras, la conquista. Somos Ítaca, esta tierra perdida en la memoria de los tiempos, una tierra que fue nuestra y ahora pide ser conquistada.

Hay un antes y un después, días como hoy me recuerdan que la vida sigue ahí, una parte de vida que no me permito sentir.

Días como hoy son aquellos en donde me vuelvo a alcanzar.

A veces olvido mi destino, vivir. 

La vida es nitroglicerina que fluye por las venas, explotando en cada latido. Miro a los ojos de mis hijos y veo sus almas libres latiendo con intensidad en el flujo de la vida; miro a los ojos de mis amigos y están llenos de sabiduría, de momentos compartidos; miro a los ojos de extraños y veo miedo a vivir, a veces a oídos atentos,  a éstos últimos les digo que nadie debería morir con una vida pendiente de vivir.

Sigo tomando café, me gusta su intensidad, derrapa por mi garganta, negro, intenso y profundo,  llenando mi boca con su sabor dulce y amargo.

La luna me amansa y me recuerda que las noches son preludios de realidades que vienen abriéndose paso, vida en estado puro.

Mi gato muy gato me mira, duerme con aires de gato.


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