El día amaneció como la pólvora, el sol estallando en el horizonte
coronando el Montseny. El viento ululando sobre el prado, transformándolo en
una suerte de mar verde.
Hay muchos que dicen por ahí que hay que darle un portazo al pasado, yo en
cambio apuesto por vaciarme de pasado. El presente es una síntesis del pasado,
vivimos en las perpetuas consecuencias de nosotros mismos, solo cabe
vaciarse emocionalmente de pasado, que todo recuerdo sea sin más una
fotografía, una pieza más de ese país llamado memoria.
Dar puerta al pasado es figurar que no sucedió, dar puerta no
es aprender.
El cáncer me lo quitó todo, es decir, una vida moribunda, haciendo sin querer
hacer, callando siempre, buscando reconocimiento de los demás. El cáncer
me ha dado una vida por la que vivir, la conciencia de que todo es
presente. Todo aquello que no te permites decir ni hacer, es una forma de
matarte.
Por horarios familiares paso la tarde cocinando, las mañanas suelen
estar exentas de objetivos culinarios a cumplir. Mis hijos están muy
alucinados, cocino como nunca lo había hecho antes, con ganas, pasión e
ilusión.
Estoy leyendo Patria de Fernando Aramburu, ya en la recta final. Es un
viaje donde los personajes están vivos. En la noche escucho los ecos de
Bittori, Miren, Arantxa, el Txato, Joxian, Nerea, Xavier, Gorka, Joxe Mari, sus
voces entremezcladas resuenan en mi mente, cada uno es por lo que calla, por
los gestos, cada uno es por lo que no hace. Disfruto de cada página, leo con
lentitud, me dejo empapar por las emociones.
Ahora soy por lo que hago y por lo que digo, sin más.
Entiendo a Bittori, una herida así sangra, supura y su cicatriz es piel
sensible ¿cómo perdonar? Me ha costado entender, solo cabe perdonarse uno
mismo, reconocer que uno yerra y que uno mismo es capaz de aprender de
sus propios errores, no hay más. Yo no puedo perdonar lo que hacen los otros,
ese sufrimiento, esa herida siempre estará ¿es rencor? ¡No! Sencillamente asumo
que ha pasado, sin emoción ni resentimiento. El pasado es un muerto con el que
hay que hablar para entender el presente.
Hace tiempo que debí poner límites, tanto para lo que no quiero como para
lo que quiero, ahora que lo hago, me siento bien, liberada de una pesada carga.
He ido a la biblioteca del pueblo, hoy y mañana hay una exposición de
libros usados que los usuarios de la biblioteca nos podemos quedar, así
los libros siguen cobrando vida, renacen con espíritu renovado y un nuevo
destino.
La vida te expone a salir, vivir, saltar, reír, llorar, fantasear, la vida
cobra en experiencias vividas y no en experiencias pendientes de vivir.
Los herreros, antiguamente eran considerados alquimistas, sangraban
la fragua para hacer correr la escoria por un agujero, debemos sangrar la vida
para dejar ir toda escoria, desechos emocionales que debemos tirar a la basura,
a esto le llamo reciclaje emocional.
Sorbo mi café con leche de avena, está caliente y salpicado de alegría.
Mi gato muy gato toma el sol, me ignora, es su momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario