Los Pirineos siguen donde siempre, rompiendo el horizonte de los tejados de mi pueblo. Sí, volver al origen no es retroceder.
Empecé compartiendo mi enfermedad en este blog, me desconecté de lo que soy y de lo que me gusta compartir. A veces leo a esos señoros importantes que dicen que la vida en las distancias cortas aburre, yo creo que no.
No diré nada de estos años de silencio, todo llegará, aunque reconozco que los últimos siete meses de mi vida han sido los más divergentes que yo recuerdo desde que me diagnosticaron cáncer en el 2010. En estos siete meses mi hijo enfermó gravemente, mi madre murió, nuestro gato muy gato murió y entró en nuestras vidas un gato muy gato negro al que llamamos Calcifer. He discutido, llorado, sentido tristeza, he perdido el rumbo de mi vida y aquí estoy recuperando el sentido de todo.
Keroberos |
El café humea como siempre, es una mezcla de distintas molidas, así exprimo todos los beneficios de mi cafetera Tassimo, ¡Ah! Ya no tengo una cafetera italiana, me resulta dolorosa por ella misma, no puedo evitar evocar esa infancia en la que mi madre la ponía al fuego después de comer y en casa se esparcía todo el olor, de fondo se escuchaba Radio Nacional, Clásicos populares; la voz de Fernando Argenta se extendía por todos los rincones. Veía a mamá desde el dintel de la puerta como una diosa protectora con los labios pintados de carmín y siempre bien peinada, riendo por las salidas que tenía el locutor.
Hoy cocino una receta propia de carne mechada en la olla lenta, ha estado toda la noche encendida.
Los recuerdos apuntan como una bala del calibre 38 en la sien.
Es a través del sufrimiento que cruzamos el puente del amor propio, un territorio poco transitado, por miedo, a mi me provoca ansiedad, pero estoy decidida a cultivar el amor propio como el primer peldaño a esta nueva época de mi vida.
Los gatos muy gatos juegan, Calcifer es negro y cariñoso. La sombra de Kero sigue corriendo por los pasillos de mi casa y GiGi tiene mucha paciencia.
Eres bienvenid@, seas quien seas.