25 de abril de 2011

La vida acelera el metraje de los días y la claraboya brilla tanto de día como de noche.

El paso es lento y angustiante, la operación fue bien pero tienen que volver a operarme, hay restos de tumor. Me espera un ciclo más de quimio y radioterapia.

Esta vez la digestión ha sido lenta una niebla permanecía en mi mente. Lloré a mares y ahora al camino, a seguir andando. Agradezco la tregua. Me ha crecido todo el pelo y mi estómago se ha recuperado, así que en esta fase de la enfermedad me enfrento con casi todos mis recursos físicos recuperados y una conciencia de lo que está pendiente en mi alma.

Fui a cenar con un grupo de amigas el día de Sant Jordi, compartimos y reímos. La vida es participativa, jamás me ha excluido. Ahora más que nunca necesito palpitar con ella.

La realidad del cáncer es una, los médicos no saben a lo que se enfrentan hasta que ven por sus propios ojos la zona tumoral. No hay más. Las pruebas nunca concluyen el alcance, sólo el quirófano.

Adoro a mi médico, porque me explicó con todo detalle lo que había sucedido, su implicación y profesionalidad siguen dejándome asombrada. Agradezco compartir este camino con personas de factor humano sobresaliente.

Este viernes o el que viene quirófano de nuevo.

Escucho el disco de Tesseract.

Sigo sintiendo que mis huellas se posan en tierra nueva, que una vez más la vida me enfrenta a mi misma con la contundencia que sólo puede hacerlo la sombra de la muerte.

Reír y sentir la profundidad de los sentimientos, expresándolos tal cual, está siendo mi mejor terapia, las emociones ensombrecen el camino del corazón. Elegir otro camino sería traicionarme a mí misma.

Es cierto que en estos seis meses no me ha dado tiempo suficiente para sanar emocionalmente parte de mi vida, en el fondo de mi corazón sabía y debo reconocer que faltaba trabajo por hacer. Este es un buen momento para hacerlo. Mi alma necesita una transformación completa y no a medias, porque no sería yo misma.

Entender el lenguaje de la vida ha sido difícil, pero sólo he de entregarme a su flujo y embrujo para sentir lo que significa seguir el camino del alma, en donde el camino es uno mismo, sin más. Caminar con los pasos ligeros pero fuertes, sintiendo que los pies rompen las cadenas de los falsos compromisos y de los condicionantes que nos hacen andar por la vida anestesiados y medio muertos, sin capacidad de gozar de la belleza que nos rodea.

El milagro es sentir que la vida yace en las profundidades de nosotros mismos, es un fuego latente dispuesto a arder con la pasión que sólo contiene el fuego, es el fuego que contiene vida y muerte.

Mi hermana me sana con sus abrazos llenos de sinceridad. Estos días están colmados de regalos que la vida me trae, lloro a mares por su sonrisa, una mujer que día tras día es la entrega total, el servicio total al amor, dar sin más, qué lección más preciada y llena de verdad.

Los días se convierten en auténticos prodigios y yo en mi buhardilla soy testigo y participo intensamente en el curso de milagros que es la vida y la propia muerte.

Hoy hemos comido en casa de mis padres. La mesa vestida con sus mejores galas para recibirnos como las más prestigiosas comensales. Los abrazo y me estremezco. Los amo ya no hay fronteras, sólo amor y comprensión.

Comprendo la mirada de mi padre por la dureza de los tiempos vividos, las secuelas de una guerra fraternal, en la que perdimos y estamos perdiendo todos, porque existe una herida que hemos de aprender a curar.

Comprendo la soledad de mi madre, porque el cáncer se llevó a su madre y ser huérfana de madre en tiempos de posguerra era perder no sólo la infancia, sino perder la dignidad propia de un ser humano.

Los miro y mi alma se calma porque sus ojos curan mi tristeza.

Estos días lloro porque me enfrento a la mirada de los que me aman, queriéndome socorrer de un sufrimiento necesario para curar mi alma herida. No puedo andar con las heridas del pasado, ellas han de enriquecer mi conocimiento de la vida pero no pueden anclar mis pasos a los cenagales de la memoria de un sufrimiento falso. Aún en la oscuridad más temible existe la luz que chispea al compás del latido del corazón.

La gata duerme delante de la ventana, es primavera. Huele a café con canela.

10 de abril de 2011

El sol calienta, sosteniéndome, abrazándome. El sol y la luna se han enamorado de mi claraboya y yo me dejo querer.

El viernes operación, tumorectomía, así se llama la extirpación de un tumor mamario, en este caso el mío.

La enfermera me trajo un Valium que rechacé con amabilidad, entendí que se sintiera mal. En quirófano les dije que voluntariamente me había negado a tomar la pastilla.

Realmente estaba y estoy tranquila, se sorprenden por la naturalidad con la que vivo esta experiencia. No tengo otra forma de vivirla. Tomar la pastilla era perderme sensaciones propias, no quería llegar a quirófano con los sentidos adormecidos.

Primera fase marcaje. Tiempo para el marcaje 2 horas, la anécdota, el sistema informático se bloqueó y el sistema manual no funcionaba, mi pecho se quedó pinzado en la máquina. Muy buena la reacción del equipo médico, factor humano sobresaliente.

En quirófano, suelen tener un ambiente muy dinámico. Mi médico anestesista y gran tipo, me trató muy amablemente, aunque no él entendiera lo que le expresé, yo soy muy consciente de lo que le dije.

Desperté tranquila, con la sensación de que además de haberme extirpado el tumor, me habían extirpado una parte de mi vida que me atormentaba.

Mi hermana me abrazó dándome todo su amor, mis padres, mi tía, afectos que me alegraron.

Siento mucho respeto por mi cirujana que en todo momento apostó por mis inquietudes y me dio la suficiente confianza en las decisiones que a cada paso he ido tomando. No he perdido masa mamaria y la intervención ha sido mínima, dadas las circunstancias, la vida es increíble cuando te da estos regalos y eres consciente de ello.

Hay que esperar los resultados del laboratorio, se extirpó una cápsula, eso quiere decir que no había masa tumoral. Sigo pensando que es mejor ser cautelosa con las afirmaciones, aunque en mi corazón sienta que ya he sanado.

Hoy he visto la herida, la verdad que la sutura es incluso bella. El dolor no es intenso pero está ahí queriendo ocupar un estado de permanencia que no le corresponde.

Ahora toca ir recuperando mi vida, una vida que se paró en el momento que me diagnosticaron cáncer, sanar ha sido una tarea compleja, porque el cáncer me enfrentó a mí misma, mis miedos, mi propia ausencia de la vida.

Es momento de sentir cierta melancolía porque una parte de mi ha muerto y el presente es la resurrección de mi esencia, la conciencia de mi yo más profundo.

La vida me sigue atrapando con los milagros de la cotidianidad, el silencio, la soledad son ahora amigables y los afectos son sinceros y cercanos.

Todo lo bueno de la vida palpita, emerge para ser reconocido.

La crisis, gran palabra, en chino significa cambio, la enfermedad es la crisis de nuestro cuerpo físico, una crisis que empieza por la desconexión con nuestra alma.

Son los condicionamientos de todo tipo los que nos atrapan como en una tela de araña, estoy agradecida a todo lo que está sucediendo y a cómo se está sucediendo, porque de otra manera no hubiera palpitado al son de mi alma, todavía estaría palpitando al son de palabras equivocadas.

La mente no puede entender lo que siente y como no lo entiende niega sistemáticamente lo que experimentamos con el alma, nuestros hogares así están enfermos, nuestras relaciones están enfermas y nosotros enfermamos a no ser que nos enfrentemos a la realidad profunda de nuestra alma.

Los analgésicos están funcionando bien, no tengo fiebre y la vida me sigue atrapando desde la buhardilla, conectándose en perpetua sincronicidad, cada gesto es una brillante luminaria, indicando mi camino, mi propia esencia.

La intervención fue en un quirófano distinto al anterior, éste era más pequeño, parecía más acogedor, aunque un quirófano lo es por derecho propio.

Tomé mis flores de bach, me ayudan a restablecerme mejor de la intervención.

Ahora siento melancolía, me he despedido del tumor y de su historia, así me despido también de una parte de mi misma, un añadido puesto en forma de renuncia y desconexión.

El presente es incierto, nada ya es lo mismo, es mi transformación lo que hace el mundo distinto.

Mis ojos son los ojos del alma, mis pies son los pies del alma y mi cuerpo es el reflejo de mi esencia.

Fue curioso que me pusieran un arpón para marcar la zona, por unos instantes me sentí Moby Dick, quizás todos seamos Capitán Ahab y Moby Dick al mismo tiempo, no pude arponearme, pero lo hizo el equipo médico. Me despedí de los resentimientos residuales y acepto el reto de empezar una vida con los sentidos del alma. Lo que quedó de Moby Dick se fue en el quirófano y el Capitán Ahab enfurecido murió al mismo tiempo.

Huele a té con vainilla.

La gata muy gata ha dormido a los pies de mi cama. Me mira con aire gatuno, tranquila, bosteza y vuelve a dormirse. La vida nos atrapa.

6 de abril de 2011

Hoy despertamos en casa revolucionados. Cumpleaños de mi hermana. Cierto es que nos celebramos todos los días, pero 38 vueltas al sol, unas cuantas lunas. Sol y luna reflejando los tesoros en esta mujer hermosa y sincera hacen de hoy un día especial.

Juntas seguimos apoyándonos, dándonos, expresándonos desde la autenticidad de nuestros corazones.

A veces pienso que vivo un sueño y no quiero despertar de este sueño, no quiero que nadie me saque el dulce sabor que contienen los afectos, renovados y ennoblecidos. Amor en estado puro.

Es simple ser feliz cuando se tiene la capacidad de escuchar lo que palpita el alma. La mente sigue cuestionando los pasos hechos desde el espíritu, en un alarde de confiar desde la desconfianza racional.

Las conexiones en tiempo presente con mi pasado estremecen mi corazón. Pensé que estaba fuera de una vida que se precipitó hace 16 años, aquel tiempo ha vuelto, es el efecto bumerang ¿a quién quiero engañar? Yo misma salí y ahora la vida me devuelve con calzador a una parte de mi pasado todavía pendiente. Asumo que esto forma parte del proceso, pasos equivocados que ahora toca sanar desde la más absoluta responsabilidad. Yo elegí.

Las vueltas que he estado dando hasta ahora me han ayudado a ser lo que soy y a expresarme tal cual soy, sin más. Quien quiera reconocerme lo hará, ya no importa. Lo esencial es que ahora me miro al espejo y puedo fijar la mirada en mis ojos reconociendo las huellas de lo vivido, un alma profunda que está logrando algo que sólo puedo sentir.

N. ha venido a verme, las dos necesitábamos abrazarnos y llorar. En estos momentos las ataduras del pasado se rompen, son las cadenas que hasta ahora nos han condenado a vivir en nuestra propia prisión. La peor prisión es la que condena a nuestra alma al más absoluto silencio. Abrazo intenso, sentí la unión de dos almas que han decidido en esta vida trotar libres. Estamos cortando con un tiempo que ya no nos pertenece. La vida nos sigue atrapando y seduciendo, ambas sentimos que el dolor es pasajero, soltamos las anclas para surcar un nuevo tiempo, el nuestro.

Mi hermana, hermosa, dulce, generosa, sopló las velas a las 8 de la mañana, mi sobrino, mis hijos, todos brillábamos y sentimos alegría. Un pastel de chocolate delicioso. Los instantes de la vida son dulces milagros de conciencia atrapados desde el corazón.

El coraje se mide con la fuerza que golpea la vida.

Me siento tan distinta que a veces me distraigo de mi misma, quizás no quiero reconocer lo andado.

Ser consciente de uno mismo exige una gran responsabilidad porque fácilmente podemos caer en culpabilidades sin sentido, pero las buenas intenciones no pueden justificar nuestros actos, la intenciones nos miden el grado de responsabilidad que poseemos de nosotros mismos.

No estoy durmiendo del todo bien, tengo ganas de que llegue el día 8 y terminar con esta espera, es una angustia efímera pero contundente cuando llega. Confío en mis sensaciones, sé que no me auto engaño. La prueba mostrará que ya se ha ido.

Sé que he de ponerme las pilas y seguir recolocando las piezas de mi vida. Mi yo soy se levanta a cada paso que mi alma palpita, transformando el tiempo que he elegido vivir.

A nadie puedo decirle lo que tiene que hacer, sencillamente cada cual es libre de actuar y elegir. Nos hemos acostumbrado en delegar nuestra libertad a circunstancias de cualquier tipo para protegernos de nosotros mismos y no ser responsables de nuestra infelicidad. A veces tenemos que pasar por un huracán para ser y andar con las botas de un espíritu totalmente libre. Mi huracán se llama cáncer y doy gracias de que me permita llegar al punto en el que estoy.

Llora el alma porque la mente es su carcelera. Nadie puede liberarnos de nosotros mismos a excepción de nosotros mismos. Esta es la gran paradoja somos carceleros y prisioneros al mismo tiempo. Tenemos la llave de nuestra propia libertad.

¿Por qué nos escondemos cuando la vida viene a nuestro encuentro y nos atrapa? ¿Miedo, temor? ¿Tiene miedo el sol de la luz? ¿Tiene miedo el pájaro de volar? No. El sol ama la luz, los pájaros aman el cielo. Estamos hechos de vida y en consecuencia para vivir deberíamos amar la vida, como el sol ama la luz y los pájaros aman el cielo.

Sigue oliendo a delicioso café.

Humea el incienso y la gata muy gata se sincroniza con la primavera, rebosa energía y ganas de explorar la vida.

La gata muy gata es mi maestra, sabe que todo lo que sucede no es circunstancial. La gata muy gata ha decidido pertenecer a mi hermana y ésto tampoco es circunstancial.